Pasadas las seis de la tarde, el sol se esconde detrás de las casas pintadas de colores en la Villa 31 y mientras el día empieza a apagarse, una pelota rueda por el césped sintético de la cancha donde entrena @lanuestrafutbolfeminista.
El espacio que empezó abriendo cancha y gambeteando prejuicios hace más de 15 años, hoy tiene cuatro entrenamientos en simultáneo en distintas partes del barrio. Juliana Román Lozano es entrenadora, participa hace 13 años y cuenta los inicios del espacio: “No había un lugar para las pibas y cuando lo pedíamos nos mandaban a lavar los platos, como si el deporte no fuera nuestro por derecho. Entonces dijimos hagamos ´la nuestra´. Tomamos la cancha y arrancamos con el fútbol feminista, villero y comunitario en una lucha como colectivo de mujeres, migrantes y lesbianas”.
#LaNuestra sabe moverse en equipo y tirar paredes con distintas organizaciones. Es parte de la Asamblea Feminista y de la red de Niñeces de la Villa 31. También forma parte de la Comisión que organiza la marcha del Orgullo LGBTIQ+. Elizabeth Ríos fue jugadora más de 10 años y ahora es entrenadora de arqueras. Llegó a La Nuestra por sus hijas y dice: “Me gustó cómo trataban a las pibas, pregunté si podía participar y acá estoy hace 14 años. Al principio los pibes nos molestaban para que no usemos la cancha. Ahora llega la hora y los pibes ya saben que entrenamos nosotras y nos respetan”.
De cara a la segunda participación de la Selección en el Mundial de fútbol femenino, Alejandra Clavijo es integrante de La Nuestra desde los 11 y ahora que tiene 21, adelanta la sensación del equipo: “Estamos re manijas. Las venimos siguiendo hace un montón, fuimos a verlas. Son claves para visibilizar lo importante de invertir en el fútbol de mujeres y que haya condiciones dignas de trabajo. Cada una desde su lugar, con la selección y desde los barrios, tenemos el derecho de jugar. Así que: ¡Aguante la Selección!”.
