Estaba tan cerca, tan cerca.
Como si hubiera logrado ver a través de un binocular,
seguido de una lupa, seguido de unos lentes con mucho aumento.
Estaba tan cerca hasta que te mudaste a tres cuadras,
hasta que te llevaste tu juego de cubiertos tramontina.
Estaba tan cerca como Messi en el 2014,
justo antes de que nos arrebaten la esperanza.
Y quizá, al igual que la celeste y blanca, tengamos un 2022.
Pero ahora toca estar lejos.
Lejos, como desde tu casa al trabajo cuando te quedás dormida/o.
Lejos, como cuando toca empujar un coche entre dos personas hasta el mecánico.
Ahí lejos estaba tu corazón, a dos cuadras hacia la derecha y una hacia la izquierda.
Y lo peor era saber que aún compartiendo una plaza como punto medio entre los dos,
no podríamos juntarnos porque vos solo querías un momento a solas, una razón para mudarte,
un nuevo comienzo,
una vida para uno y un kilo de helado de crema americana.
Trece, Villa Itatí, Quilmes