Una política conjunta entre la comunidad y el Estado, para evitar futuros incendios invernales, protegerse de los fuertes vientos, soportar las heladas y eliminar el riesgo eléctrico de los tendidos informales.
Violeta Pavón, referenta de la asamblea poderosa del barrio, explica: “Cuando se creó el barrio, no existían políticas públicas para tener vivienda propia y un grupo de mujeres la remó de cero. Fueron perseguidas por la cana, porque casita que levantaban, casita que les tumbaban, hasta que un día no pudieron más con la lucha de esas madres. Se pusieron la mochila al hombro y sin importar el frío, la nieve o la lluvia salieron a cortar las calles para reclamar por sus derechos”.
Aunque las autoridades municipales no les dieron una fecha de finalización de la urbanización, la Dirección de Tierra ya empezó a llamar a las y los vecinos para darles el certificado de vivienda, el cual les otorga la propiedad absoluta de sus terrenos. De esa manera, el barrio podrá prepararse para las reformas como la parcelación del suelo, la creación de calles y la dotación de servicios básicos.
Julia Ríos, es una de las madres fundadoras que organizaron sus necesidades de forma colectiva y hoy cosecha parte de lo trabajado: “Fueron 15 largos inviernos. Hay que seguir trabajando sin bajar los brazos”.
Además siembra un mensajes para las nuevas generaciones, desde esta lucha y por los derechos a conquistar: “Mi saludo a esas pequeñas que el día de mañana serán grandes mujeres guerreras y luchadoras”.