Hoy salieron los datos del Índice de Precios al Consumidor del INDEC: la inflación del último mes fue de 25,5%. El aumento de precios en los alimentos fue aún mayor: casi un 30%, lo que cierra en 251,3% durante el último año. Pero en los barrios populares hay precios que aumentaron un poco -o mucho- más…
“Los precios están atrasados” es la frase que escuchamos todos los días. Pero, ¿qué significa eso para las villas? El gas es uno de los puntos que más impactan: según nuestro relevamiento de servicios de 2022 del Observatorio Villero, el 95% de las familias de los barrios populares dependen del gas envasado, al no llegar la red de gas.
En aumentos anunciados, que van del 100% al 150%, familias que necesitaban una garrafa de 10 kg a la semana, pasaron de pagar $3.500 a $7.000 tan solo en días.
En algunas provincias como Catamarca, Santiago del Estero, Mendoza o Salta, ya el precio de la misma garrafa está por encima de los $10.000, llegando en algunos lugares hasta $13.000.
Muchas de nuestras familias saltean comidas para sobrevivir y son contenidas por los comedores comunitarios. Las cocineras de esos espacios compran garrafas de 45 kg, que pasaron de costar un promedio de $20.000 a $50.000. Esto acelera la emergencia alimentaria que venimos viviendo hace tiempo.
¿Qué necesitamos las villas hoy?
Un Estado presente, no un “mercado liberado” que empobrezca aún más las condiciones de vida y nos deje sin gas, sin comedores comunitarios y sin esperanzas.