29 octubre, 2018
, Brasil

«Volvemos a la dictadura, por vías democráticas»

* Por Frei Betto, 
teólogo de la liberación,
para La Garganta Poderosa.

 

El resultado electoral que acaba de consumarse le abre la puerta a nuevos tiempos de turbulencia, para una sociedad tan radicalizada como contaminada por impulsos y emociones, sin ninguna perspectiva histórica.

 

Volvieron.
Y están al acecho.

 

Esa derecha que hoy se fortalece desde Brasil viene a fomentar su enraizamiento y expansión, poniendo en peligro a toda la región, porque Bolsonaro representa la vuelta de la dictadura por vías democráticas, tal como sucedió en 1933 con el ascenso de Hitler en Alemania. ¿Puede ser? Pudo ser, gracias al caos político que atraviesa nuestro país, producto de un proceso que se viene dando desde 2013, con la sociedad totalmente descreída de las instituciones. Generaron el hueco y dejaron un vacío que cualquiera podía llenar, cualquiera que no fuera Lula, porque Lula estaba prohibido, porque hubo un fraude inapelable y porque dieron un golpe dentro del golpe, encarcelándolo con total impunidad.

 

Al «flamante presidente», como a toda la derecha, no le interesa el bienestar ni el crecimiento de nuestra gente, puesto que no busca garantizar la educación ni la cultura para el pueblo. Y mucho menos el desarrollo de alguna conciencia crítica. Neoliberalismo puro y duro, que se propaga por el camino del consumismo, pregonando una Escuela «sin ideología»: léase, jóvenes sin protagonismo social, ni político. ¿Pero quién es Jair Bolsonaro? Un fascista, un homofóbico, un antiambientalista, un racista que reivindica la tortura y el asesinato como métodos para combatir la criminalidad.

 

Tristemente, la primera vuelta nos trajo muchas sorpresas, porque hasta último momento confiábamos en las chances de Haddad y Manuela, sobre todo después del rechazo masivo que las mujeres manifestaron con mucha fuerza, ante su arenga machista y discriminadora. Nada fue suficiente para vencer tanto odio y ahora, efectivamente, llegó al poder. Pues entonces sí, esos pobres que representan el 90% del pueblo brasileño serán los más perjudicados, por una política contraria al desarrollo de los trabajadores. De hecho, temo que rompa relaciones con países progresistas.

 

¿Y entonces? Y entonces, no hay que desmoralizarse, porque aun ante las imágenes de su consagración, Bolsonaro debe tener muy en cuenta una cosa: con la solidaridad internacional, el fortalecimiento del pueblo y la unión de los movimientos sociales, Brasil ha resistido. Y seguirá resistiendo.

 

No tengan dudas,
volveremos a ponernos de pie.

 

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