23 octubre, 2008
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Jugamos todos para El Che

Tanto para decir. Tanto como que el Fútbol fue más Popular que nunca. Tanto como que los pibes de distintos barrios se pusieron de pie y lucharon jugando. Tanto como que el campo de juego fue la calle y la calle albergó una nueva Jornada de Fútbol Popular, un tanto distinta, pero como siempre y más que nunca efervescente.

En el límite entre San Miguel y José C. Paz, el Club Social y Deportivo El Che había sufrido recientemente el saqueo y la expropiación del potrero donde los pibes ejercen su derecho a jugar. La visibilidad mediática del club, y, por ende, de todo lo que representa, hirió susceptibilidades de quienes no comparten los valores reivindicados por el club, lo que terminó generando la invasión de ese espacio colectivo creado por un grupo de padres que en 2001 puso en marcha este proyecto como una respuesta comunitaria a la crisis. Primero, saquearon las instalaciones del predio. Y posteriormente, familias en busca de una vivienda digna fueron orientadas, con falsas promesas, a ocupar el potrero.

El Fútbol Popular decidió no ser ajeno al conflicto que sin dudas afectaba directamente a todos. Llevar a cabo la jornada en condiciones normales implicaba que los compañeros de San Miguel no participaran, y en el Fútbol Popular nadie se queda afuera. Por eso, los pibes de otros barrios no dudaron ni un segundo en sumarse a la defensa de lo que creen legítimo. Así, el trapo que gritaba “Jugamos todos para El Che, con el corazón” llegó al predio ubicado en Pichincha y Rivadavia, escoltado por bombos que hacían latir todo a su paso. La emoción no tuvo límites. Y la convocatoria tampoco. A las delegaciones barriales se sumaron organismos de Derechos Humanos que dieron su apoyo a la defensa del potrero. Y así, todos jugaron para El Che.

¿En qué consistió esta defensa? En partidos sobre canchas armadas en las calles aledañas al predio, rodeados por talleres de cumbia y capoeira, con debates en todos los espacios para fortalecer la unidad de los vecinos y el reclamo colectivo por la vivienda digna y el derecho a jugar de los chicos. La reflexión no podía faltar, y en cada una de las canchas todos coincidieron en lo importante que era estar bancando a El Che en un momento así. La solidaridad y el compañerismo se palparon como nunca en un día con vivencias intensas.

Che, ¿cuáles fueron los resultados? Esta vez no se jugó por los puntos, por decisión de todos, porque eso está lejos de ser lo más importante en este equipo de equipos, que se llama Fútbol Popular. Y eso quedó bien claro en esta sexta jornada inolvidable.

Pero no sólo eso. La movilización comunitaria legítima también sirvió para resaltar más que nunca las bases fundamentales e históricas de esta organización en la que participan pibes de diferentes barrios, tomando al fútbol como herramienta para trabajar las problemáticas comunes. Por eso, el anonimato y el voluntariado son los estandartes inquebrantables del Fútbol Popular.

Estaba claro que esta Jornada tenía que ser especial y a nadie le quedó ninguna duda. El club el Che sigue de pie, en busca de una solución definitiva a la usurpación que ha sufrido y a la reivindicación del derecho a jugar de los chicos, ese derecho que no pasaron por alto los más de cien pibes que se solidarizaron con sus compañeros de San Miguel.

Y más clara aún quedó la certeza de que Hasta la victoria siempre se puede jugar, a fuerza de baile, música y fútbol, abrazados y mirándonos a los ojos.

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