5 noviembre, 2009
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Tanque lleno

tanque-lleno-1Quizás en diciembre se pueda empezar a proyectar más de cerca el nuevo año que ya se aproxima, pero noviembre suele ser un buen momento para mirar en retrospectiva. Ha pasado mucha nafta por el tanque, y los chicos no bajaron la marcha ni un segundo.

Con palas y picos ayudaron a armar aquella primera canchita que parecía imposible de realizar de tanto yuyo y tanta piedra que la poblaba. En una innovación artística sin precedentes, se transformaron en tuneadores de mini bicis, tanque-lleno-2que con maña y colores serpentearon el camino de la puesta a punto de rodados no motorizados. Sería imposible olvidar el día en que sus manos, destreza e imaginación dieron vida a las medias, para convertirlas en títeres que usaron como herramientas para decir las verdades que los chicos tienen tan a flor de piel y que nunca temen expresar. Pasarán también a la historia como remontadores de barriletes, pintando el cielo de colores y llevando sus sueños a lo más alto de Bajo Yapeyú, que ese día pareció volar a su compás. Pero ya que de arte hablamos, qué decir de cuando fueron artistas del cartón, desplegando todo su derecho a jugar y su creatividad a través de miles de trazos de crayón, lápiz y tinta.

Vueltas y vueltas de la memoria para los chicos de apoyo popular, cruzando la apacible siesta cordobesa tanque-lleno-4con sus carpetas y cuadernos bajo el brazo, siempre dispuestos a realizar con muchas ganas y voluntad las tareas del colegio. Reverencias para el Fútbol Popular, que incontables veces supo regar con deporte para todos, la seca tarde de polvo y piedra.
Son los chicos y chicas de Bajo Yapeyú. Una parte de la comunidad que día a día, con mucho esfuerzo y otro tanto de imaginación, hacen temblar el suelo cordobés. Pero esto es sólo el comienzo. La Poderosa no para de subir las revoluciones y de meter cambios.

El trabajo realizado hasta el momento sienta las bases sobre las que seguiremos construyendo la unidad latinoamericana, afianzando el compromiso, con más ganas de continuar aceitando el engranaje, convencidos siempre del camino surcado en esa dirección.

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