Como hace 58 años, tras haber dejado su huella por Buenos Aires y Córdoba, y en este nuevo siglo también en Tucumán, La Poderosa vuelve a transitar el recorrido que la llevó hasta la Patagonia y desde hace unas semanas las rondas ruedan en Chubut. Como en aquel viaje que iniciaron el Che y Granado en enero de 1952, y como siempre, La Poderosa no se queda quieta, no se estaciona, se va transformando, nos va transformando. Va metiendo cambios y, al cambiar, crece. La moto siempre está en movimiento, es movimiento que busca avanzar a todos lados, para que ningún lugar se estaque. El rugir del motor del pueblo se va escuchando de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de provincia en provincia y, más adelante, será de país en país para que el movimiento se contagie a cada célula de las venas de América Latina, a cada foco poderoso iluminado por la revolución.
Por estos días no hay médicos especialistas en prevenciones ni antibióticos que puedan detener este contagio que ya empieza a tener sus cepas en Chubut y que ante cualquier cruzada nacional de vacunación opondrá miles de alientos latinoamericanos de contagio. Porque en Trelew ya se avista un modo de no conformarse con la realidad tal como está, de pelear en ella con las bases del trabajo voluntario que concientiza y el anonimato que nos protege, y al mismo tiempo ayuda a que nos transmitamos el compromiso, las ganas, el esfuerzo, las voces, los gritos, los modos de encarar las actividades. Pero lo mejor es que esto que algunos llaman enfermedad, que no es de ninguna manera psicosómatica porque se trata de conciencia, tampoco es un virus o una bacteria y, aunque comenzó con grandes prácticas microscópicas hace cinco años, va fortaleciéndose y aumentando de tamaño con la propagación de los focos más antiguos hacia los más nuevos, que la retribuyen a los más antiguos, recontagiándolos saludable y vigorosamente para buscar la transformación externa de las condiciones sociales que no aguantamos, y la interna que nos lleve al parto del hombre nuevo.

La ronda de acción y reflexión crece, y crece el número de rondas desde Tucumán a Chubut. En el Sur está garantizado el andar sostenido de La Poderosa sobre las mismas bases que en todas las demás regiones, y los compañeros se van apropiando del compromiso, del anonimato, del trabajo voluntario, de los estratos de legitimidad y de la educación popular que atraviesa cada acción de la organización. Por eso, ya quieren vivir esta metodología en todas sus formas: Fútbol Popular, apoyo, guitarra, murga, recreación, cooperativas, asambleas vecinales, reuniones semanales y todas las que se vengan, buscándolas y encontrándolas.

Todos juntos empujamos, pero en cada lugar con sus particularidades, y las gomas para transitar el asfalto, la tierra o el ripio tendrán diferentes características. Los compañeros que componen las rondas de Chubut irán haciendo foco con el respaldo y la referencia de las otras tres provincias, pero serán sólo esas rondas que conocen el terreno las que guiarán el rumbo regional, respetando la diversidad cultural local. Y más adelante, todos seguiremos siendo responsables de no quedarnos sólo en lo local para que la moto, como aquella primera vez, pueda atravesar “Buenos Aires hasta la Patagonia y después Chile. Luego al norte hasta los 6000 metros por la columna vertebral de los Andes, hasta Macchu Pichu. De ahí hasta el leprosario de San Pablo en la Amazonia peruana…”; o pueda alterar el orden, siguiendo por alguna otra provincia argentina o por Uruguay o por Bolivia, o por Paraguay… No sólo se fortalecerá un foco, porque como decía el Che, si el afán revolucionario “se embota cuando las tareas más apremiantes se ven realizadas a escala local y se olvida el internacionalismo proletario, la revolución que dirige deja de ser una fuerza impulsora y se sume en una cómoda modorra”. En esa búsqueda de internacionalismo, vamos por el latinoamericanismo.

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