3 diciembre, 2009
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Poder, leer y escribir

Poder, leer y escribirCon la misma convicción con la que todos los días reivindicamos las bases que pusieron en marcha a esta moto, a través de cada uno de los talleres que los vecinos de este barrio cordobés llevamos a cabo, ahora llenamos el tanque de cuadernos, lápices y gomas. Desde hace ya dos meses, en Bajo Yapeyú comenzó a escribirse el capítulo cordobés del plan de alfabetización ideado por Cuba para todo el mundo, el Yo, sí puedo.

Poder, leer y escribirLa timidez del primer encuentro fue el primer obstáculo superado. Para algunos fue la bienvenida a una experiencia totalmente novedosa, para otros no tanto, pero para todos se trataba de comenzar a andar un camino de esfuerzo y voluntad. La tarea cotidiana de lidiar con letras y números trascendió la cáscara hermética de los saberes consagrados y se fue erigiendo poco a poco en una reivindicación de la educación popular como herramienta de intercambio cultural,  conocimiento muto y transformación social. Los vecinos de Bajo Yapeyú somos los protagonistas de esta nueva historia que ha empezado a escribirse en imprenta y bien mayúscula: ¡NOSOTROS, SÍ PODEMOS!

Con sus sesenta años, el autoproclamado “Abuelo” del grupo tiene asistencia perfecta, gracias a la posibilidad acomodar sus tiempos laborales, y a su decisión de hacer uso de esa posibilidad para poder estar en todos los encuentros. Un habilidoso bailarín cuartetero de treinta años, en su lucha contra el alcohol, adoptó como objetivo diario el compromiso con el Yo, sí puedo. El cumplimiento incondicional de todas las tareas del cuaderno, hace de su desafío un logro. “Me encanta estudiar, y acá encontré mi lugar propio”, son las palabras reveladoras de una participante persistente y luchadora de cincuenta y seis años, cuyas ganas de aprender son verdaderamente inagotables. Un coetáneo del “Abuelo” tiene algunas complicaciones en la vista que obligan a multiplicar el esfuerzo. Gracias a la cooperación del programa cubano sanitario Operación Milagro que también funciona en Córdoba, y al empuje colectivo de los compañeros de ruta, los logros no paran de emocionarnos. Nuestra bajita y movediza compañera, con su sonrisa de oreja a oreja, nos contagia a todos la voluntad con la que encara lo que muchas veces le resulta una difícil tarea. No quedan dudas de que aprendiendo, también se enseña.

Poder, leer y escribirEn enero alzaremos los brazos junto a los primeros egresados del Yo, sí puedo con acento cordobés. Aquel primer encuentro de bienvenida, en el que la ansiedad por conocer, el entusiasmo por aprender y la convicción del poder inundaron el aula, sentó las bases para enfrentar la exclusión empuñando los lápices. Con el compromiso de cinco encuentros semanales, todos nos convencimos de que no se trata sólo de poder, sino también de querer; querer y poder leer y escribir una historia latinoamericana y poderosa.

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