En lo más hondo de los engranajes de este colectivo, y a pocos metros de uno de los espectáculos de derroche más irracional de la Ciudad de Buenos Aires como lo es el barrio de Puerto Madero, brota un nuevo foco de La Poderosa, resistiendo al germen de la opulencia que lo rodea, al atropello privado con la complicidad del Estado. El barrio Rodrigo Bueno, denominado con ese nombre por la propia decisión de los vecinos, es una muestra más de las contradicciones que reinan en esta ciudad. El despilfarro más extravagante convive aquí con la exclusión más insoportable.
Los intereses puestos hace unos años en un megaproyecto inmobiliario apuraron al gobierno porteño de Ibarra a tomar medidas que no significaban ninguna solución habitacional real para las familias, sino que terminaron siendo parte de una erradicación parcial encubierta. Para no ser menos, algunos representantes de los intereses de los grandes medios nacionales, a través de artículos y editoriales que dan ganas de vomitar, se horrorizan ante la idea de la pobreza infectando a una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Algunas organizaciones ambientales se siguen llenando el buche alegando la usurpación de terrenos de la Reserva Ecológica, cuando en realidad el barrio empezó a habitarse tiempo antes de que la Reserva se constituyera como tal. Además, esta barrera verde que oculta al barrio de la vista de turistas y paseantes ha sido la excusa perfecta para que el gobierno porteño, a lo largo de sus distintas gestiones, se desentienda por completo del bienestar de las casi mil familias que lo habitamos.
En respuesta a toda esta violenta indiferencia, el último sábado volvimos a pintar la canchita de la vereda a la entrada del barrio, ésa que el gobierno de Macri algún día quiso borrar, pero que el Fútbol Popular ayuda a hacer indeleble. Entre todos limpiamos las paredes y más de sesenta pibes disfrutaron de un espacio de contención que es su derecho. Y no será la última ni única jornada de voluntariado anónimo. Así, La Poderosa no para de crecer, construyendo el poder popular con ladrillos comunitarios bien afirmados, ahora también en Rodrigo Bueno.