Desde hace más de un año trabajamos incansablemente para que cada vez seamos más vecinos los que nos sentimos identificados con el Campito de Todos, para que sea verdaderamente de todos. Marchando un nuevo 24 de marzo, esta vez también desde la capital cordobesa, elegimos decir y mostrar lo que todos los días reivindicamos con mucho sudor comunitario, ya sea a través del Fútbol Popular, del que nadie queda afuera, o a través de jornadas de trabajo voluntario en las que todos participamos para darle a nuestro barrio la forma que queremos que tenga. La herencia de una lucha que quisieron desaparecer de prepo no hace más que fortalecer el poder popular que con esfuerzo y compromiso se refleja en hechos concretos.
Ahora la canchita de nuestro barrio está más linda que nunca y es tan nuestra como siempre. Fueron muchas las manos en movimiento, algunas chiquitas y otras más grandes. Todos paleamos las piedras, arrancamos los yuyos, arrastramos carretillas y nos pusimos al hombro rastrillos y picotas. Chicos y adultos ayudamos a modificar el paisaje, así como tantos compañeros que por estas fechas recordamos llegaban hasta las últimas consecuencias para divisar un horizonte distinto. Viendo el terreno descampado, llano y más amplio, nos miramos con una satisfacción enorme. Los dos arcos de caño bien firmes de punta a punta ahora nos llenan de ganas de seguir pensando cuál va a ser el próximo paso que queremos dar.
Muchas cosas teníamos que decidir, y sabemos que sentados en círculo, en medio de la canchita, se nos ocurren las mejores ideas. Así pasó con nuestros colores, ésos con los que de acá en más nos identificaremos todos los que gol a gol, gambeta a gambeta y consenso a consenso, construimos el Fútbol Popular de Bajo Yapeyú. Que sí, que no, que éste, que aquél, hasta que finalmente nos pusimos de acuerdo: negro, rojo y blanco serán los tres colores que van llevar los arcos y camisetas. Y ahí nomás, tarritos de pintura en mano, todos nos pusimos a pintar los arcos. Mientras compartíamos el infaltable mate, los pinceles iban y venían; otros nos encargamos de marcar las líneas de la cancha, con un rollito de piolín, una botella con agua, cal y un ojo atento para medir que todo sea parejo. Después… Celebramos, como la ocasión lo merecía, jugando un partidazo de Fútbol Popular.
De las próximas rondas nacerá el diseño de nuestras camisetas, la forma cada vez más definida de un equipo del barrio que entrena todas las semanas, y en el que decidimos cómo vamos a jugar, aprendiendo a ser compañeros y sabiendo que pateamos todos para el mismo lado. Porque ya no se valen sólo de la violencia para intentar desaparecernos; ahora les basta con hacernos mirar a todos para otro lado, con tapar las buenas noticias con pantallas llenas de basura mediática. Por eso, así elegimos aparecer nosotros todos los días, en esta transformación que perseguimos, diciendo lo que hacemos pero, sobre todo, haciendo lo que decimos que hacemos.