9 marzo, 2010
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Por el poder de todos

Por el poder de todosPor fin llegó el momento de explotar de alegría por los cinco primeros egresados del plan cubano de alfabetización Yo, sí puedo en Córdoba, momento culminante de un proceso que fue sostenido con tesón, paciencia y compromiso por parte de todos. Esta acelerada a fondo nos hizo ver, cada vez con más claridad, todo lo que se puede; nosotros sí podemos aprender, nosotros sí podemos enseñar, y vivirlo de esta manera nos inflama el motor de felicidad.

Un encuentro popular a pura fiesta, con el sustento, la fortaleza y mucho aliento de los vecinos. Todos fuimos parte de un recorrido que nos unió y reforzó lazos, y por eso la convicción del trabajo hecho en conjunto se respiraba esa tarde en el improvisado salón de ceremonias del Yo, sí puedo. En estos cuatro meses, el recorrido del curso fue un ejemplo de la importancia de animarse a reclamar y apostar por lo que legítimamente nos pertenece, en este caso, el derecho de aprender a leer y escribir. Familiares, amigos y vecinos Yo, sí puedodesparramamos el eco por todo el barrio, y el contagio fue inevitable. Todos sentimos unas profundas ganas de involucrarnos aun más desde el lugar que sea necesario; los que leemos y escribimos, los que todavía no, los que anhelamos que muy pronto todos podamos leer y escribir. Participantes, facilitadores, lo mismo da. La educación popular es una apuesta a que los roles no sean estáticos, si en esas condiciones no se aprende.

La celebración se dio en un ambiente que nunca quiso tener la formalidad y solemnidad de un acto escolar, sino más bien el júbilo, la pasión y el entusiasmo de un logro colectivo donde todos aprendemos y todos enseñamos algo. No hay mejor ocasión en la que se pueda decir que fue un egreso con todas las letras. Fotos y poses alegres, abrazos y lágrimas, música divertida, diplomas desplegados, y, cómo no, una rica torta y jugo para compartir. Entre todos los compañeros se leyeron cartas que sólo algunos incrédulos podrían haber considerado imposibles tan sólo cinco meses atrás.

Yo, sí puedoUn simple diploma pretendió ser la rúbrica en papel de la efectiva participación de los egresados; pero esa tarde de sábado todas las miradas, todos los gestos y todas las palabras trascendieron las apropiaciones materiales para situarse en una experiencia compartida que demostró la fuerza de Bajo Yapeyú. La senda la construimos paso a paso; ahora continuamos firmes con el proceso de intercambio, mirándonos a los ojos en encuentros semanales para seguir conociéndonos y reforzando los conocimientos aprendidos. Llenamos y llenaremos el tanque cuantas veces haga falta, manteniéndonos siempre en marcha. Una semilla cordobesa crece para cosechar, mucho antes de lo imaginado, una libertad latinoamericana transformada, y para todos.

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