Cuando caminamos por las afueras del barrio, solemos revalorizar aquellos detalles que diferencian el lugar donde vivimos, del resto de la Ciudad que compartimos. Como cuando sumamos ovejitas para dormirnos, nos pusimos a contar tachos de basura para deprimirnos. Vimos unos con carteles rojos, otros verdes y unos más amarillos, mientras pensábamos qué loco, cómo se hacen los pillos: en la manzana cuatro de la Rodrigo Bueno, no tenemos chance de elegir los colores, porque de pedo tenemos dos contenedores. Y se rebalsan, porque los recolectores tienen orden de tomar el asunto sin mucho compromiso: “Dejen que la basura se acumule en el piso”. Así, las ratas se PROliferan por los corredores: estamos gobernados por los roedores.
7 abril, 2013
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Basura, miro al piso y veo…Basura
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