Padre, perdónanos por habernos acostumbrado a ver que los funcionarios que parecen tener una cara, tengan dos;
Padre, perdónanos por habernos acostumbrado a dormir en el obelisco; nosotros pudimos venir, ellos no;
Padre, perdónanos por haber aprendido a disfrutar el olor de las sopas hervidas, con las que logramos dormir y ellos no;
Padre, perdónanos por encender el generador y olvidarnos de que ellos igual no nos ven;
Padre, nosotros podemos hacer huelga de hambre y ellos no, porque son los que hacen hambre con su huelga;
Padre, perdónanos por decirles “no sólo de bicisendas vive el hombre”, y luchar con todo para que se rescaten;
Padre, queremos que nos valoren por nosotros y no por ellos. Ayunos no.
Padre, soñamos no morir por ellos: apostamos a vivir con ellos.
Padre, sabemos que estarás con nosotros a la hora de la urbanización. Ayúdennos.
Tus hijos.