Desde el corazón de los Derechos Humanos y las entrañas de la impunidad, bien parada de manos frente a los crímenes de lesa humanidad, una agrupación empezó a cambiar la historia y se volvió noticia, luchando por la verdad, la memoria y la justicia. De esos tres pasos indispensables para la paz, nació hace 30 años “Tortura Nunca Mais”, un inmenso colectivo que no se detuvo jamás desde que Brasil recupero la democracia, para desmontar la falacia de “la lucha contra los elementos subversivos”. Tras haber recuperado documentos y archivos que habían pasado demasiado tiempo escondidos, revolviendo la basura de los Estados Unidos, miles de manifestantes salieron a las cancha con sus redoblantes, copando las calles con bombos y banderas, mientras incubaban sus sedes en distintas ciudades brasileras. Al ritmo de todo ese lío, se construyó su casa central en Río, donde ahora como antes se mantienen con el aporte de los militantes, sin caer en rutas sectarias, ni en las disputas partidarias, porque representan una bandera de toda la sociedad, que también flamea frente a las violaciones de la actualidad. Pues en medio de la fiesta universal y de toda esta gran orquesta, la organización social combate la criminalización de la protesta, con la misma convicción y los mismos avales que debate la militarización de los barrios marginales. Pues la gorra siempre se vuelve un problema, al servicio de este sistema de bosta, aunque Joao Costa grite a mares y a toda hora, que “en la Maré tenemos militares, además de Policía Pacificadora”. De cara a lo que viene, Luisa pone en alto la voz del TNM, ya que para defender los intereses de la región, “debemos entender que nada se resuelve con más represión”. Y en esa discusión, se vuelve fundamental la visibilidad que ofrece el Mundial, para que los supuestos ingresos que implica la movida, “aumenten los presupuestos que mejoran la calidad de vida”. Por esa misma meta y por un planeta sin mano dura, vamos nosotros y muchos más… ¡Tortura Nunca Más!
