De paso por la Argentina, camuflado bajo un sombrero de gallina y detrás de una inmensa napia, se escabulló de la prensa y llevó su risa-terapia hasta la ranchada, para que la carcajada sonara como un trueno en el cielo de la Rodrigo Bueno. Junto a vecinos y delegados, Patch Adams repartió sonrisas por todos lados, acelerando La Poderosa a todo motor, “porque estamos llamando a la Revolución del amor”. Asfixiado de abrazos y rodeado por más de 100 payasos, el médico de la utopía nos clavó varias inyecciones de alegría, entre distintos diagnósticos musicales y más de diez calmantes murales. ¿Qué charlamos con el doctor? Que estaríamos mucho mejor si las cloacas fueran reales, si nos dejaran entrar materiales, si no especularan con el suelo, si algún día limpiaran el riachuelo y si todos nuestros chicos no estuvieran tan afectados, por esa contaminación que generan los autos abandonados. ¿Cómo se llama el mal? Crisis habitacional. ¿Cómo puede ir curándose? Organizándose. ¿Tratamiento medicamentoso? Que Macri largue el reposo. ¿Y si nos siguen doliendo los ovarios? Basta de negocios inmobiliarios. ¿Alguna otra recomendación? Si duele, urbanización.
6 diciembre, 2014
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Patch Adams gritó, por la salud del barrio
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