Merodeando en la zona urbana, permanecimos por las inmediaciones, en actitud sospechosa, sin una razón atendible. Ya provocando intranquilidad entre moradores, propietarios y transeúntes, convocamos a una reunión tumultuaria, para afectar el decoro personal, mediante gestos, palabras o gratificaciones. Y por fin entregados profesionalmente a la vagancia, nos dispusimos a proferir ademanes contrarios a la moral, gritando ofensas a terceros, hasta provocar el escándalo público, con un agravante: tales actos fueron ejecutados en ocasión de celebrarse una festividad cívica… Sí señor, el libro de La Garganta se presentó otra vez, con todos los códigos que le faltan al Código de Faltas Cordobés.
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