A la sombra del Nobel que premia las derrotas y bajo la alfombra de otro genocidio en cómodas cuotas, Barack Obama acaba de actualizar esa política de «castigo» que no tiene gollete, conocida como “Ley contra el Enemigo” desde 1917, una legislación para la extorsión que aún mantiene al embargo vigente y al bloqueo criminal en manos del presidente, con “total normalidad”. Suena feo, pero es coherente, con cualquier estatua de la libertad.