* Por Rosa, hermana de Ángel Melagrani, desaparecido en democracia.
Hola Tachi, quizá no me recuerdes: soy yo, Rosa, tu hermana. Y este 24 de marzo te pienso, como cada vez que intento imaginar tu rostro, trasladando los rasgos desde esa carita sonriente que salía para la escuela, con su bolsita en la mano. Porque eras un niño. Sos un niño. Y recién el próximo 28 de octubre, cuando cumplas 18 años, debiéramos empezar a contarte, todo eso que la vida ya te contó.
Todavía recuerdo aquel domingo 2 de abril, en 2006, cuando tus compañeritos te vinieron a buscar para jugar a la pelota, la última vez que te fuiste a jugar a la pelota. La última vez que te fuiste. Como si ayer fuera hoy, escucho los gritos de tu primo: “Tía, tía, ¡se llevaron al Tachi en un auto! Le ofrecieron caramelos y se lo llevaron”. Desde entonces, te estoy buscando, todos los días, todo el tiempo, como ahora.
Ni bien escuchamos eso, fuimos corriendo a la comisaría 10ma., para hacer la denuncia. Pero no la tomaron, porque decían que debíamos esperar 48 horas. Sí, se burlaron de nosotros, por ser qom y porque nos creen ignorantes. Mamá se descompuso ahí nomás, cuando un policía le dijo que te habían llevado “para traficar” y “quién sabe” por dónde estarías…
Pero no, jamás nos resignamos. Con la ayuda de muchísimos vecinos, seguimos tus huellas por todos lados, tanto acá como en Corrientes, porque algunos rumores te señalaban allá. Y recién a tres meses de tu secuestro, los responsables de “Investigaciones” fueron a casa con perros, para rastrillar la zona, “muy preocupados”… Por supuesto, sin resultados.
El tío Pablo nos acompañó en la búsqueda, hasta que se lo impidieron. ¿Cómo? El 22 de mayo, cuando fue a denunciar que un político le robó su documento, lo detuvieron. Y ocho días después, apareció muerto en una chacra en Sáenz Peña, a 160 kilómetros de Resistencia, donde decidieron dejar en blanco el informe de la autopsia, antes de contarnos que “murió por estrangulamiento”. De verdad. Exigiendo respeto, salimos a cortar la ruta. ¿Entonces? Nos reprimieron y nos tiraron en una camioneta. Por los golpes de los policías, mi nene terminó con varios moretones y yo, que atravesaba un embarazo de riesgo, con un sangrado de varias horas. Violencia institucional. Violencia de género. Violencia de clase.
Violencia, para que se nos pase.
Intentaban que dejáramos de buscarte, pero nunca nos rendimos. Es más, hace dos años, hasta creímos que por fin te habíamos encontrado, cuando el pastor de la iglesia cercana a casa, Baltasar Navarro, dijo que te había visto en un canal de México, contando cómo te había secuestrado una red de trata. Aseguró que te habías identificado como argentino, del Barrio Toba, “hijo de Mercedes Melagrani”. Desesperadamente, nos comunicamos con la conductora del programa, pero nadie pudo, o nadie quiso, darnos respuestas, ni explicaciones. Y al final, hasta el propio pastor cambió sus declaraciones…
Acá seguimos, hermanito. Durante estos casi diez años, nuestra familia creció: ahora tenés muchos sobrinos y también más primitos. Somos 35 viviendo en la misma casita de dos habitaciones del mismo barrio, del mismo Chaco, durmiendo sobre los colchones que tiramos en el piso, para que ninguno se quede afuera. Y sí, a veces todavía debemos elegir entre almorzar o cenar.
La plata no llega. La tuberculosis, sí.
Muchos están enfermos y los tíos fallecieron, así que la abuela debió hacerse cargo de ocho nietos. Imaginate cómo será, que hasta el Ministerio de Salud pidió que nos entregaran una vivienda, pero todavía seguimos esperando, sin dejar de luchar por nuestras convicciones, para que vos sigas vivo en cada uno de nuestros corazones.