* Por Julia, mamá de Andrea López, desaparecida en democracia.
Hola, hija. Acá, la asamblea pampeana me invitó a escribirte una carta y estoy pensando qué ponerte, pero no sé. O sí, en realidad sé: te extraño, te extraño mucho. Y me hacés falta, todos los días, vos, tu sonrisa gigante, tus palabras poderosas, tus mates, tus abrazos. Hace 12 años, dejé de contar con tu presencia físicamente.
Y hoy más que nunca, tu ausencia está presente.
Me parece estar viéndote ahora, a esta misma hora, en este 20 de septiembre de 1978, con tus manos chiquitas, con tu pelo castaño oscuro, con tus ojos grandes y marrones. Ahí vas, corriendo tu infancia en el barrio “5 mil”, de Santa Rosa, yendo a la escuela contenta, tomando la comunión, festejando los 15, enamorándote, pariendo un hijo. Ahí estás. ¿Y Carlitos? Y Carlitos está grande, tanto que se fue a estudiar a Córdoba, con tu hermana. Es un buen hombre, por encima de cualquier otra cosa. Sí, hija, sentite orgullosa. Gracias a él, tu hijo, el asesino está preso.
Sí, esa persona que alguna vez dijo amarte, te lastimó, te lastimó esa noche del 10 de febrero del 2004, porque le dijiste que NO, que no querías trabajar más en la calle, que no querías ir. Y no lo aceptó. Lo sé.
Te golpeó hasta que no despertaste más.
Y te desaparecieron.
Tenía 5 años, Carlitos, en ese momento, cuando vio todo. Entonces, lógicamente, tardó mucho en poder contarlo, pero lo hizo, lo hizo porque es valiente como su mamá. Y porque quería encontrarte de nuevo. Como yo. Porque sí, ya sé, él te había golpeado y vos lo denunciaste, pero la policía no hizo nada. ¿Y la Justicia? Otra coartada. Violencia policial y violencia judicial. Por culpa de esos que debían cuidarte, hoy nos toca extrañarte, a mí, que te veo por acá. Y a Carlitos, que no tiene a su mamá.
Por suerte, un grupo de mujeres se acercó a partir de tu desaparición y, desde ese momento, me acompañó en todo. Con el tiempo, Carlitos logró contar todo lo que pasó esa maldita noche y, luego de mucho esperar, la justicia pampeana decidió llevar a juicio a tu asesino, para condenarlo por fin en el año 2014. Y mirá si será perverso todo este sistema, que aun así, seguimos buscando tu cuerpo… Saber que está preso me genera un poco de tranquilidad, algo, apenas, no mucha. ¿Por qué?
Porque hoy tenemos un Ministro de Seguridad que también golpeaba y quemaba a su mujer.
Sí, Juan Carlos Tierno, ese tipo que le quemó los pezones con cigarrillos a su esposa, ése, administra nuestra “seguridad”. Y no, nadie lo juzgó… Algunos le dicen el “loco”, pero yo prefiero decirle “el miserable”, porque realmente temo que haya otra chica desaparecida o nuevos chicos hostigados por la Policía que comanda. De hecho, en las últimas vacaciones, reprimió a un grupo de bonaerenses con balas de goma, por estar haciendo un canal, para que no entrara el agua en sus casas. Y uno de los niños baleados, ya fue operado por tercera vez. Tiene una pierna a la miseria y no saben cuándo se podrá recuperar, pero el ministro no pasó ni a saludar.
Tal vez por todo eso, me resulta fácil entender que hoy no podamos vernos: basta con revisar las instituciones que están para “protegernos”. Para vos, en plena democracia, hubo violencia, pero no piedad. Para otras mujeres golpeadas, también. Para los pampeanos pobres, también. Y sí, para 30 mil compañeros desaparecidos, también.
Te quiero, hija.
Te extraño, como nadie nunca podrá imaginar.
Y te juro que, tarde o temprano, te voy a encontrar.