15 marzo, 2016
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«Me fui con mi hija y volví con las manos vacías»

 Por Blanca Ortíz Benítez, mamá de Luz María, vecina del Barrio San Blas, Villa 21-24, casa 161.

 

Mi hija amaneció el jueves pasado con unas ampollitas en el cuello, como unas glandulitas, estaba media caiducha. La llevé a la obra social Construir Salud, en Belgrano y Entre Ríos, pero ahí me dijeron que “no era nada más que un bichito”. Yo pensé que era la garganta o el oído. La volví a traer a casa, pero en la avenida Iriarte, en la entrada del barrio, me bañó con vómitos. Llegamos a casa y cuando la fui a cambiar, le encontré manchas en las piernas. Estaba segura que se trataba de dengue, ya que en el Camino de Sirga, donde yo vivo a la vera del Riachuelo, hay un montón de casos.

Por recomendación de una vecina, la llevé a Casa Cuna. Allí, volví a pedir que la llevaran a “urgencias”, pero sólo le dieron un antialérgico. Le vieron la garganta, y según ellos no tenía nada. Yo les pedí que le revisaran también el oído, pero tampoco encontraron nada. Aunque tenía mucha fiebre…

Volvimos a casa. No quería bajarse de mis brazos, quería “upa” todo el tiempo. Mi marido preparó la cena y nos acostamos. Pasó la noche muy mal. Dormía un rato y se despertaba constantemente. No esperé que amaneciera: a las 5 la llevé a la clínica Franchini, en la calle Bartolomé Mitre. Cuando llegamos tenía hinchado el cuello. Mientras hacíamos los análisis de sangre y las ecografías, se le hinchaba cada vez más. Después, le sacaron sangre y se le coaguló. Entramos en la guardia, vino el médico y dijo de llevarla a terapia. Ya casi no lloraba. Los médicos desestimaron que fuera dengue, y hablaron de un shock séptico, que según ellos ocurre cuando ingresa un virus al cuerpo, en general a un bebé o a una persona mayor. El domingo tuvo cuatro paros cardíacos seguidos, y los resistió. Fue una leona, su corazoncito no paraba. Pero el quinto la venció.

Tenía un año y tres meses, era una nena muy sana, pese a haber nacido prematura. Yo no trabajaba para estar con ella y así cuidarla con mis propias manos. Era muy sonriente, se reía con todos los vecinos. Si el jueves cuando fuimos a hacer los primeros exámenes, la hubieran atendido como se debía, hoy posiblemente tendría a mi hija viva. Eso es lo que más me duele…Ni en la obra social ni en Casa Cuna hicieron nada.

Me fui el viernes de mi casa por última vez, con Luz, y volví el domingo, con las manos vacías.

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