4 julio, 2016
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Urgente: una patota entró en el edificio del diario Tiempo Argentino

Comunicado de los trabajadores de la cooperativa Por Más Tiempo:

Un grupo de alrededor de 20 personas que dijeron responder al empresario Mariano Martínez Rojas irrumpió en el edificio que comparten Tiempo Argentino y Radio América, golpeando a los trabajadores que cuidaban el edificio. Están rompiendo todo lo que hay adentro: las herramientas de trabajo de los trabajadores.

 

POR FAVOR, DIFUNDIR

Debajo, consignamos la crónica publicada en la edición de junio de La Garganta Poderosa, sobre los trabajadores que ahora mismo están resistiendo un nuevo atropello.


Crónica que ve

POR MÁS TIEMPO PARA SENTIR

Inauguramos la sección de crónicas en la que cada mes buscaremos contar, a través de los cinco sentidos, alguna iniciativa, o resistencia, o cooperativa. Y esta primera nota, no por casualidad, contiene esas tres patas de dignidad. Los dueños de las palabras escritas en esta página son los trabajadores abandonados por los empresarios Szpolski y Garfunkel, que resurgieron a fuerza de necesidad, de voluntad y de trabajo, y hoy sacan un diario semanal del carajo. 

Afuera de la redacción el cielo es gris, y una llovizna tenue, pero incisiva, molesta la vista de los que pasan por la puerta de Amenabar 23, en el barrio porteño de Palermo. Adentro, sin embargo, salió el sol después de cinco meses de una tormenta arrolladora que intentó llevarse puestos a los trabajadores de Tiempo Argentino. Intentó, pero no pudo.

Lejísimos queda el domingo 16 de mayo de 2010, cuando nacía el diario fundado por los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, merced a la pauta oficial que recibían del gobierno kirchnerista. Tras la asunción presidencial de Macri, y la imposibilidad de seguir tomando de la teta del Estado, dejaron de pagar los sueldos desde diciembre.

Tac. Tac tac. Tac tac tac. El mate va y viene entre las distintas secciones, mientras escucha el golpeteo de las teclas. Ese ruido, a 123 flamantes cooperativistas les devolvió la esperanza. “Ahora somos un diario semanal, podemos laburar mejor cada nota”, confiesa Néstor López, el editor de Deportes.

Tras la huida como ratas de Garfunkel y Szpolski, los laburantes fueron al Ministerio de Trabajo en busca de soluciones que jamás encontraron. Y en enero, apareció otro empresario que supuestamente se haría cargo de comprar el diario. Pero Mariano Martínez Rojas nunca dio la cara y el humo se evaporó. “Ante la falta de respuestas permanecimos en el establecimiento para proteger nuestro empleo», explica la tesorera Malena Winer.

Frente a ese escenario, los trabajadores decidieron crear la cooperativa Por Más Tiempo, además de sostener la misma estructura editorial y como director periodístico a Gustavo Cirelli. “Es una rica experiencia cultural, la propuesta periodística hará que esto funcione”, cuenta Gustavo, uno de los garantes de imprimir el diario cada domingo, al igual que la actualización diaria de la página web.

Antes: los de maestranza, limpiaban; los redactores, redactaban; los diseñadores, diseñaban. “Ahora llegamos cada día con la esperanza de que todo siga funcionando. Cuidamos mucho la luz y el agua”, agrega Malena. 

El 24 de marzo, Tiempo Argentino volvió a imprimirse y vendió como nunca antes: 45 mil ejemplares. Después de muchas jornadas de bolsillos vacíos, pudieron llevarse un poquito de plata cada uno, y guardar el resto para el número inicial de Por más tiempo. “Ser un emprendimiento autogestivo es una satisfacción asombrosa”, siente Federico Amigo, que agrega: “Nunca antes había comprado el diario para leerlo”.

Justo un mes después, el 24 de abril, dio a la luz la primera edición, que agotó los 30 mil números: “Volvemos para decir todo. Dueños de nuestras palabras”, fue el slogan. “Por ahora sólo tenemos distribución en Capital y parte del Gran Buenos Aires. Somos un diario de oposición, no hay empresas que apuesten a esto”, detalla Javier Borelli, electo presidente.

Tac tac. Tac. Tac tac tac. Muchos aspectos administrativos no se oyen en el constante bajar y subir de los dedos, pero posibilitan a esas manos seguir viviendo. “En la cooperativa se paga por hora trabajada y las horas las dividimos en tres turnos, de cinco cada uno, porque no podemos pagar más que 25 horas semanales por persona”, añade Javier.  

La jarra con café, esbelta en un rincón, se convirtió en una amiga indispensable para que los sueños se mantuvieran despiertos. Es testigo y confidente de cómo algunos escriben para la web o para el papel, otros llenan planillas y celebran nuevos suscriptores; mientras algunos limpian más allá. De las 180 personas que trabajaban en Tiempo Argentino, 123 decidieron apostar por la cooperativa.

Mientras el verano pasado calcinaba la ciudad, en la redacción el cielo era gris. Extremadamente gris. Y hoy, que el otoño le abre paso con frialdad a un invierno que se avizora opaco, adentro de Amenabar 23 salió el sol. Y calienta como nunca antes, porque ahora… ahora hay más Tiempo para sentir.

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