*Por Nelson Santacruz, comunicador de la asamblea poderosa de la Villa 21-24
¿Vieron que cada 29 del mes es costumbre comer ñoquis? En los últimos meses, parece también parte de nuestra tradición el abuso empresarial sobre las mujeres y hombres que quieren laburar. Es por eso que ayer desde el mediodía los tambores, platillos y el mismo Obelisco no se pudieron resistir a las delicias repartidas en forma de protesta por las cooperativas La Casona y La Litoraleña. De plato en plato repartieron su apetito de justicia entre avenida Corrientes y Maipú, con un grito en alto y sin despojo que clamaba: NO AL DESALOJO.
Quizá los jueces Valeria Perez Casado y Canavo Sánchez los tienen como un archivito más. Quizá, cuando les dijeron “tranquilos, va a estar todo bien” no previeron una movida como la de ayer. No cortaron las calles, por ahora no. Quisieron demostrar con carteles de cartulina y una junta de firmas que solo luchan por su fuente de trabajo regalando pastas y empanadas, sin pedir propina.
“Hoy unimos fuerzas por estar en la misma situación. Los jueces de nuestra causa dijeron que íbamos a llegar a buen puerto e hicieron todo lo contrario. Hace dos años que estamos gestionando esto, pues la empresa había quebrado y durante 6 meses nosotros les pagamos la deuda a los dueños. Ellos venían a cobrarnos y prometían una renovación de contrato a corto tiempo y cuando se terminaron esos 6 meses, también fue el fin de la charla”, expresó Mario Romero, presidente de La Casona. Y porque los ricos no perdonan agregó: “No quisieron saber más nada y anteriormente ya tenían denuncias de desalojo en contra nuestra. La intención de ellos era dejarnos en la calle y cuando esto se llevó a la Justicia les demostramos que nos estafaron y nos dieron la razón, dijeron que debe cumplirse lo que dice la ley pero pasó todo lo contrario. En La Casona hoy estamos más de 48 familias que trabajan y hoy pueden quedar en la calle sin oportunidades. Hace unos 15 días la sentencia del juez rebalsó el vaso, porque fue en contra nuestra”.
La fábrica de tapas de empanadas de Chacarita unió sus banderas para manifestar su necesidad. “Nuestra lucha tiene más de un año. En nuestro trabajo hubo un vaciamiento financiero y en este momento ya se dio la quiebra y por eso nos conformamos en cooperativa. La jueza nos negó el permiso para usar la maquinaria que nosotros le pedimos para poder trabajar hasta que se salde la deuda. Apelamos en la Cámara y llevamos el fundamento: somos más de 67 familias las que estamos ahí y no queremos que nos regalen nada. Queremos ¡Trabajo!”, aseguró Luís Baini, presidente de La Litoraleña.