23 octubre, 2016
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Perversa bonanza

 

Tan cordiales, tan tolerantes, tan informales, tan elegantes, solemnes funcionarios emergen de los diarios para surfear sobre el campo popular, montando esa tabla de marketing que les permite barrenar por todos los canales, junto a los siniestros dueños de la televisión, vendiendo sus postales y nuestros sueños de urbanización. Negando la realidad de Zavaleta o regando la profundidad de la grieta, la comunicación del Pro sigue apostando a esa polarización que la parió, denunciando los cimientos del gobierno anterior y dialogando con los movimientos que considera un mal menor. A fuerza de arenga, sin resignar su vanidad, ni su envoltorio, para que nadie venga a señalar su debilidad en el territorio, anuncian ahora con platillos y bombos amarillos «el Relevamiento Nacional de Barrios Populares», una noticia que escalará poco a poco sus titulares, hasta los noticieros oficialistas, sacando de foco a sus verdaderos protagonistas.

¿O de dónde nace la idea del Censo que, con tanta emoción, quieren anunciar? De la asamblea, del consenso y de la organización popular. ¿Y los oradores de ningún atril, que salen a recabar las informaciones? Somos 5000, de distintas agrupaciones. ¿Y los coordinadores repentinos? Todos nuestros vecinos. ¿Y cómo vamos digitalizando esos datitos todos los días? Capacitando jóvenes en nuevas tecnologías. ¿Y con los fondos que necesitamos, cómo hacés? Luchamos, para sacárselos a la ANSES. ¿Y en qué instancia capitalizan nuestra dignidad, o sus efectos secundarios? Dirán que lo financia la Unidad de Proyectos Sociocomunitarios. ¿Y frente a tantos avasallamientos que vendrán, no será mejor renunciar a la ejecución total? Gracias a esos relevamientos, miles cobrarán la asignación universal. ¿Y si nos borramos de la presentación, para que los deban fotografiar a ellos solitos? Sólo circulará su versión, mientras acallan los gritos. ¿Y si unos pocos armamos un comunicado y lo presentamos por afuera? Ni locos: traccionamos al Estado y queríamos que se viera. ¿Y entonces, cómo vencemos a los rostros de sus eufemismos? Confiemos, en nosotros mismos.

Componiendo canciones que les importan un cuerno, sobre pantallas siempre encendidas, presentan como decisiones de gobierno todas sus batallas perdidas, revistiendo su lógica servil, con alguna insignia barata. ¿O quién motorizó el boleto estudiantil en La Plata? Con una vergonzante protección del periodismo, la revolución del cinismo tampoco tuvo freno en las puertas de la Rodrigo Bueno, el día que Rodríguez Larreta se calzó una careta para que los argentinos no pudieran recordar cuántas veces quiso concesionar, ese terreno que los vecinos le obligaron a respetar. Pues ahora dirán que hubo «consenso» para pensar todos juntos el censo de villas y asentamientos, con sus respectivos relevamientos necesarios, para avanzar sobre los derechos de nuestros barrios. Y sí, genio, se firma un convenio con Barrios de Pie, así como firma la CCC y así como también vamos a firmar todos los Trabajadores de la Economía Popular, porque no sólo reclamamos por las torturas de nuestros compañeros o por la emergencia social evidente, para ponerle fin a sus prebendas: los villeros necesitamos un Estado presente y un verdadero plan de viviendas.

Ahí, amigos, la cuestión del meollo: no celebramos los abrigos que regala Desarrollo, ni los nuevos comedores, ni los bonos para trabajadores. No podemos dejarnos adormecer en la malaria, pero tampoco podemos volvernos la marquesina publicitaria de quienes buscan el primer plano del abrazo, mientras nos cocinan a mediano plazo. Pero quienes debemos marcar la presión e interacción en este enfático o eterno camino, con este democrático gobierno argentino, somos las compañeras y los compañeros. No las billeteras, ni sus propios voceros. No podemos darnos el lujo de tirarnos mierda entre organizaciones de base, cuando nos tiran por la cabeza todo su odio de clase, pero tampoco podemos negarnos a celebrar y rubricar las conquistas del campo popular, para evitar ciertos asuntos de nuestra infinita rosquilla: gritemos todos juntos, como grita la villa.

Podemos, claro que podemos detenernos a pensar qué agrupaciones la cagaron en otras gestiones o abonar torneos de dirigentes para ver quiénes son más valientes. Incluso disimular que no podemos descifrar cómo arrasarán contra las «orgas beneficiadas», cuando el viento las ponga en veredas enfrentadas, bajo este revestimiento de patética cosmética y pluralismo, que cierta dialéctica llama neoliberalismo. Pues la realidad es que ahora nos convoca la necesidad de conformar una sola caravana, para poder avanzar en serio hacia la integración urbana, teniendo bien claro que no se trata de las «convicciones», ni la «decisión» del presidente: ganó sus primeras elecciones hablando de «erradicación inminente». Y no, no será novedad la triste publicidad que intentarán hacer con la foto, ni sus panelistas haciendo alboroto, ni que algún medio por estas horas nos ignore, como ignoraron a las topadoras de Cacciatore. Fuimos villeros los que resistimos. Y somos villeros los que vamos censando por los pasillos, a espaldas de los mismos informes amarillos que nos demonizan, mientras otros los ayudan a desinformar: ustedes no urbanizan, ¡nosotros los obligamos a urbanizar!

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1 Comentario;

  1. Mas vale tarde que nunca, los felicito a uds y a quien escribio este texto profundo y consonante en todos los sentidos!

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