22 octubre, 2016
,

Una historia en diagonal

*Por Anahí Pinedo y Sergio González, de la Asamblea de la Vía Diagonal Norte.

 

En busca de nuestra historia y nuestra identidad, nos sentamos junto a Lucía y Lidia que viven hace más de un lustro en el barrio, a desandar tantos años de olvido y de exclusión en el corazón de la Yerba Buena que nos quieren vender: moderna, limpia, ecológica y natural. Esa ciudad donde el progreso apunta a un solo sector de la sociedad, y donde la palabra inclusión solo sirve de propaganda, a espalda del negocio inmobiliario que viene arrasando a los espacio de uso comunitario. ¿Vivienda para todos, para resolver el déficit habitacional? No. Lujosos barrios encerrados entre paredones para defenderse del afuera, donde estamos nosotros: los excluidos, los peligrosos, los negros de mierda, y los que siempre quedamos afuera de la mesa chica donde se reparten los recursos que a nuestros barrios nunca llegan.

 

 

-¿Cómo nació el barrio?

Lidia: Era muy humilde con casitas prefabricadas.

Lucía: La Diagonal era un caminito que comenzó con cuatro o cinco vecinos. Antes había muchos cañaverales y sembrados de arvejas, no teníamos ni agua ni luz. Yo vivía, en la casa de mi papi que la hizo de lona pintada, y la fuimos mejorando.

 

Antes de que podamos preguntar por la lista de espera de los problemas que siguen sin solución hace medio siglo, Lucía nos marcó el camino, porque donde no hay respuestas del Estado estar hermanado con el de al lado es una regla: “El barrio siempre se ha destacado por su solidaridad. Cuando hay algún problema como enfermedades, o accidentes, colaboramos entre todos, ya sea con mercaderías, o con dinero”.

 

 

-¿Cuáles son las problemáticas del barrio?

Lucía: Siempre fue utilizado por políticos para hacer sus campañas. Mienten que nos darán escrituras de los terrenos, pero lamentablemente ellos gobiernan para los que tienen más dinero. Nuestro barrio en verano se inunda. Todos somos seres humanos y necesitamos tener la misma igualdad en los servicios como aquel que tiene dinero: por eso seguimos luchando por la pavimentación, el gas natural porque el costo de la garrafa es muy alto. Hace muy poco pusieron las cloacas, pero sin pensar en el número de familias que vivimos en el barrio colocaron caños inadecuados, y también seguimos luchando por la integración urbana. Hay familias grandes que están amontonadas en un mismo terreno. Molestamos porque estas tierras tienen mucho valor. Hay rumores de que nos  van a sacar para hacer una autopista, un paseo, un estacionamiento para los countries, o un tranvía turístico. Pero uno nació, creció, y vive aquí hace más de cincuenta años. Está nuestra infancia, nuestros recuerdos, no nos van a sacar.

Otro problema es la policía que es muy autoritaria, cuando vienen se llevan todo por delante, no les importa si hay niños o mujeres, entran a tu casa y te roban cosas con la excusa de estar buscando algo robado.

Lidia: El barrio necesita que mejoren las cloacas y que el country La Pedrera no tenga el desagüe hacia donde estamos nosotros. Además ellos nos están tirando basura al frente de nuestras casas. Otra cosa que necesitamos es que arreglen las paredes agrietadas del country por donde filtra agua y corren peligro de derrumbe.

 

-¿Por qué creen que hay un estado ausente en la Diagonal?

Lucía: Pasaron muchos gobiernos con planes y muchos proyectos, pero nunca solucionaron la situación, y se aprovecharon porque muchas veces por la necesidad la gente por un bolsón va a votar.

 

-¿Qué se siente vivir entre muros?

Lidia: Nos sentimos ahogados porque no podemos respirar, sobre todo con el proyecto inmobiliario que quieren instalar donde está nuestra cancha de fútbol, conocida como El Sapito. A fines del 2014, la empresa Link Inversiones hizo una tapia que desprovista de desagüe nos provocó una inundación, y hasta el día de hoy estamos luchando para que el Estado expropie el terreno para uso comunitario. Necesitamos la cancha para los chicos, es un espacio donde salíamos a matear y tomar aire pero ahora está cerrada.

Lucía: Antes era diferente la vida de los jóvenes, tenían donde jugar a la pelota sin pagar un club privado o una cancha de fútbol 5. Sentimos que nos tapan, ahora es El Sapito, y ayer fue Campo Norte, otro espacio que nos quitó el Gobierno de la Provincia para donárselo al Club Tucumán Rugby. Quieren esconder a los pobres, pero no van a poder, porque estamos organizados.

Relacionadas