13 octubre, 2016
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«Una marca imborrable»

* Por Johana Coronel,
fotógrafa de La Garganta, baleada en el ENM.

 

 

Antes que nada, les agradezco a todos los que difundieron esa imagen de mi frente agujereada por la Policía santafesina, mientras ejercía mi libertad de prensa en el Encuentro Nacional de Mujeres. Y después que nada, me pregunto abiertamente por qué será tan difícil para las buenas noticias poder desarrollar esa propagación a cuerda que siempre caracteriza a las noticias de mierda.

 

 

Johanna, baleada en el Encuentro Nacional de Mujeres

 

 

¿Quieren saber cómo fueron los incidentes?

 

 

Bueno, está bien, pero antes déjenme contarles que para poder estar ahí, en ese poderoso Encuentro Nacional de Mujeres, todas las compañeras que conforman nuestro Frente de Géneros desde 44 asambleas nos pasamos muchos meses organizando bingos, armando ferias de platos, haciendo rifas, vendiendo revistas e inventando todo tipo de iniciativas creativas para poder costear los pasajes, la comida, las remeras y esos abrazos que nos llenaron de nafta, para seguir avanzando hacia nuestras utopías sin frenos, gritando todos los días: “Ni una menos”.

 

 

¿Quieren hablar de suciedad y paredes pintadas por decenas entre cientos de miles?

 

 

Fenómeno, pero antes permítanme explicarles que, previo al viaje, hicimos tres preforos poderosos para llenarnos los pechos de contenido, de ideas, de fuerzas. En el primero, las compañeras que viajaron al Encuentro de 2015, nos contaron todo a quienes nunca habíamos estado. En el segundo, nos juntamos a pensar qué podíamos aportar las villeras en los 69 talleres que se presentarían dispuestos a escucharnos, en Rosario. Y en el tercero, regamos la mística de esta banda que nos llenó el cuerpo de canciones, de banderas, de pañuelos, de pancartas, de alertas, de yuntas, de pares… Y de Cartas Abiertas a las Juntas Militares.

 

 

¿Cómo terminé en una guardia, “por haber roto la Catedral”, si nuestra columna ni pasó por la Catedral?

 

 

Ahí va, pero necesito aclararles previamente que unas 400 vecinas de nuestras asambleas en todo el país llegamos a Rosario con orgullo y ansiedad, por haber alcanzado una meta que nos parecía imposible. ¡Y no saben cómo nos caló los huesos, esa ronda gigante de presentación! De ahí, salimos lanzadas como aves a todos esos talleres que públicamente queremos agradecerles a las 120 mil mujeres que los hicieron posibles. Mujer y medios de comunicación; Mujer y hábitat; Mujer y organizaciones barriales; Mujer, cooperativismo y economía popular; Mujer y adolescencia; Mujer y violencia de género… Allí, llevamos cada una de nuestras realidades. Las nuestras, de las mujeres. Las nuestras, de las villas. Las nuestras, de ningunas costillas.

 

 

¿Por qué justo salí con un pañuelo en una foto y sin un pañuelo en 4 mil fotos?

 

 

Sí, les cuento, pero sepan primero que un domingo miles y miles nos despertamos a las 7 de la mañana para pensarnos mujeres, poco antes de almorzar todas juntas en la costanera, donde nos sacamos la foto más linda que guardaré para mis nietos, en el Monumento a la Bandera. Y sepan también que, al terminar la última charla, nos encolumnamos en otra caravana infinita de mujeres, con nuestros estandartes y nuestros hijos, para marchar 40 cuadras, sin dejar de cantar un segundo y sin caminar un solo paso para atrás, porque La Garganta no se calla nunca más.

 

 

…..

 

 

PD: Uh, cierto, perdón, se me pasó ese temita. Tres cuadras antes de llegar a la Catedral, nos separamos para resguardar a nuestros niños, temiendo que se repitiera la represión del año pasado en Mar del Plata y, justamente por eso, un grupo de comunicadoras seguimos cubriendo los últimos metros de la movilización. Yo estaba en la esquina, junto a los fotógrafos de otros medios, con un pañuelo sí, por tres razones: primero, porque tiran gases lacrimógenos; segundo, porque siguen muriendo mujeres en abortos clandestinos; y tercero, porque yo me visto como quiero. Una vez ahí, cuando buscaba refugiarme detrás de un auto, empezaron a tirarnos a mansalva. Y sí, un efectivo me disparó a dos metros de distancia, a quemarropa, directo a la cabeza, como buen criminal, pero algo salió mal en el protocolo de sus quehaceres… ¿Saben qué marca me queda para siempre? El Encuentro Nacional de Mujeres.

 

 

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