28 noviembre, 2016
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Se trata de personas: Alika no está sola

Porque ni los atropellos del proxenetismo, ni la complicidad del Estado, ni el dedo juzgador de la sociedad, detuvieron la lucha de Alika. Porque es un claro ejemplo de fortaleza, activismo y convicción. Ella salió del infierno de las redes de trata para hacerle frente a este sistema patriarcal.

 

 

Alika Kinan fue víctima de las redes de trata de personas con fines de explotación sexual y es sobreviviente de este sistema machista que reproduce el alquiler de cuerpos de mujeres, a costa de cualquier precio. Fue captada en el 96 en Córdoba. De allí la enviaron en avión hasta Tierra del Fuego donde la esperaban los prostituyentes en el aeropuerto de Ushuaia. Al arribar a la ciudad más austral, la llevaron de inmediato a realizar la “libreta sanitaria” exigida por la Dirección de Comercio e Industria, cuya dependencia se había encargado de habilitar el cabaret donde sería esclavizada.

 

Kinan fue explotada durante casi 20 años por diferentes proxenetas de la ciudad de Ushuaia. Recién en octubre de 2012 fue rescatada junto a otras mujeres, tras un allanamiento en el cabaret “el Sheik”. Desde ese momento, comenzó un complejo proceso de reconocimiento como víctima de redes de trata y sobreviviente: afirma que al momento de declarar no se sentía víctima, ya que los fiolos alimentaban la idea de que las mujeres estaban ahí bajo su consentimiento, el cual se funda luego de vivir en la pobreza extrema. Tiempo después logró tomar conciencia de su situación y se dedicó al activismo contra las redes de trata.

 

Alika no baja los brazos y lleva esta lucha hasta las últimas consecuencias, haciendo historia en Argentina. Es la primera víctima que querella a no sólo a sus prostituyentes, sino también al Estado por ser cómplice y no cumplir con la ley  26.364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas, aprobada en 2008.

 

El juicio llevado adelante por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tierra del Fuego comenzó el 7 de noviembre, y sus acusados son los dueños del prostíbulo “El Sheik”, Pedro Montoya e Ivana García, y la encargada del cabaret Lucy Alberca Campos. Los imputados son juzgados por “los delitos de trata de personas con fines de explotación sexual cometido mediante el abuso de la situación de vulnerabilidad de las víctimas, en razón de ser siete la cantidad de víctimas, y por ser tres los imputados que actuaron de manera organizada”, y la pena ronda desde los 4 a 10 años de prisión.

 

Para Alika Kinan ha sido duro llegar hasta el momento del juicio. Las amenazas, ataques y persecuciones fueron moneda corriente durante sus últimos años: hace unos meses se hallaba en un supermercado con dos de sus hijos, cuando fue escupida, abalanzada y atacada por una prostituyente. Asimismo, recibe constantes amenazas por medio de Facebook, llamadas anónimas, ataques en la calle por personas desconocidas, e incluso fue amedrentada en la pasada marcha de “Ni una menos” del 19 de septiembre, en la ciudad de Ushuaia.

 

Por este motivo, Alika estuvo acompañada por personas de la Oficina de Rescate y cuatro custodios de Gendarmería durante el juicio oral, además de dos custodios personales que pertenecen a un cuerpo especial de dicha oficina. También recibió la contención de sus psicólogas. La declaración duró alrededor de 5 horas,  fue cerrada al público por pedido de su abogada, y los imputados fueron obligados a retirarse de la sala.

 

Las distintas víctimas declararon que en “El Sheik” funcionaba un régimen de “copas y pases”, es decir con relaciones sexuales, y las mujeres contaban con “pulseras metálicas para contabilizar la cantidad que se realizaban por noche”. Además, detallaron que había “un timbre que conectaba la barra del local con las habitaciones posteriores” y con “papeles de colores” marcaban que el “servicio fue contratado”. Los testimonios de los imputados también dieron cuenta de la captación de mujeres en situación de vulnerabilidad social que venían de distintos puntos del país y que, al llegar, fueron sometidas a vivir en condiciones de esclavitud. Las mujeres estaban obligadas a vivir en cuartos con “con olores nauseabundos”, a limpiar “ellas mismas las paredes de semen y de sangre” y a “mantener relaciones sexuales aun cuando estaban indispuestas”.

 

Si bien la sentencia se conocerá mañana 29 de noviembre, para el  Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tierra del Fuego está probado que hubo captación de mujeres, traslado, recepción, acogimiento y explotación sexual de las víctimas, que estaban en una situación de vulnerabilidad. La estrategia de sometimiento era a través de un sistema de deudas en relación a pasajes, vivienda, ropa, zapatos, perfumes, bijouterie y hasta preservativos. Y multas por llegar tarde, no limpiar las piezas o por quejas de los “clientes”.

 

De todas formas, según el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena de 1949 de Naciones Unidas la trata es un delito grave que se tiene que castigar aunque haya habido consentimiento. No tiene valor alguno el consentimiento de las víctimas.

 

Desde el Frente de Género Fueguino esperamos la sentencia y gritamos junto a Alika:

 

¡A la cárcel los tratantes!

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