21 enero, 2017
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La garganta de América Latina

* Por Pablo Gentili,
Secretario Ejecutivo de CLACSO



Si la naturaleza le brindó al ser humano la garganta, habrá sido para que aprenda a besar, para quedarse callado cuando el silencio se vuelve necesario y para gritar cuando lucha por su dignidad. Quizás haya otros usos posibles de la garganta, aunque creo que estos tres son los más importantes e imprescindibles. Y si la garganta hace al ser humano y lo hace para que bese, calle y grite, entonces besar, callar y gritar son hechos universales. No tienen nada de naturales, son exactamente eso: humanos, sociales, o sea, revolucionarios, desestabilizadores de todo lo que parece natural, generadores de duda y multiplicadores de utopías que nacen para ser compartidas. Esto es lo que siempre supieron quienes, desde el charco de una villa, desde el barro de una vereda que nunca existió, abajo de una chapa que aguarda su mejor oportunidad para largarse a volar, crearon ese emprendimiento mágico que se llama La Poderosa.

 

La naturaleza inventó la garganta y en Zavaleta la reinventaron para que nunca más se olvidara que, si nació, lo hizo para gritar, para dotar de sentido al silencio y para no dejar de aprender a besar. Desde entonces, La Garganta no paró de crecer y crecer. Creció en las villas de toda la Ciudad de Buenos Aires, esa misma ciudad que calla, oculta, borra y desprecia de su geografía los espacios de la desurbanización que produce la negación de derechos y la multiplicación de pobreza. Creció en todo el país, articulando movimientos, colectivos y experiencias en cada una de las provincias: juntando a esos que se atreven a gritar, cuando deciden dejar de besar y escuchar lo que puede enseñar el silencio. Y creció por América Latina, recorriendo los caminos, mezclándose con la misma tierra y el mismo asfalto que alguna vez recorrió esa moto destartalada que le prestó su nombre, porque ambas nacieron para gritar sin dejar de andar. Creció y se arraigó en Brasil, cuando realizó la que quizás haya sido la mejor cobertura del Mundial de Fútbol, casi tres años atrás. Creció y se extendió a Cuba, para sumergirse en el mar de lágrimas que produjo la muerte de Fidel, marchando con la gente, en el corazón y en el alma de esos 11 millones de cubanos que prometían seguir haciendo historia, revolucionando esa pequeña isla pegada al imperio y plagada de gente heroica. Creció y llego a la mitológica Casa de las Américas y al Festival de Cine de La Habana, donde presentó Ni Un Pibe Menos y recibió centenas de muestras de una emocionante solidaridad. Creció y se metió en esa red de intelectuales casi siempre acartonados y no siempre gritones que simboliza CLACSO, creando un Grupo de Trabajo para repensar las formas de producción de todo eso que llamamos comunicación independiente. Creció y seguirá creciendo, quién sabe hasta dónde.

 

La Garganta Poderosa nació en Zavaleta, pero renace cada día en un sitio diferente. Allí, donde haya alguien dispuesto a no quedarse callado, donde haya alguien que sepa que si nació con garganta fue porque había alguien esperándolo para ser besado, alguien dispuesto a compartir sus silencios y miles organizados para gritar con él, para gritar con ella, para gritar con todos los que viven portando la urgencia de construir un mundo más justo, igualitario y libre.

 

Los libros de anatomía dicen que los seres humanos nacen con una garganta. En Zavaleta, garantizan que nacemos con miles.

 

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