15 enero, 2017
,

¡Locos de remate!

¿Se puede desafiar lo que dice la Real Academia Española? ¿Un “remate” es ponerle fin a una cosa?

 

Desde el Barrio Río Atuel, sito en el otro lado del mundo, supimos dar una vuelta de tuerca a esa maldita acepción, dando inicio al trabajo de La Poderosa con la convicción de que “la utopía está en el horizonte” tal como lo afirma Galeano,  “que hace que caminemos dos pasos y por más que ella se aleje dos pasos y el horizonte se corra diez pasos más allá, es la que nos impulsa a seguir caminando”.

 

 

Eso mismo hicimos desde el día en el que el consorcio quiso rematar nuestras viviendas por deudas de expensas, habiendo fijando precios exageradísimos: el típico negociado en beneficio de los estudios jurídicos y la mar en coche.

 

Eso, sumado a la deficiente prestación de servicios, resultó en vecinos y vecinas deudos pero no credos que hicimos correr la voz para autoconvocarnos y gritar nuestra rabia a los cuatro vientos. Pero más rápido que lento se nos hizo palpable eso que dicen de la ley de la oferta y la demanda: a mayor reclamo, surgieron más necesidades. Y entendimos que con reclamar solamente no alcanzaba.

 

 

Con razón, muchos nos quedábamos con ganas de más. Éramos conscientes de que habíamos movido el avispero, y que más tarde o más temprano todo iba a terminar reventando como los caños de cloacas.

 

Comenzamos a caminar aún más. El hecho de tener utopías en común fue la chispa que encendió la moto que guió esa rabia para convertirla en trabajo concreto: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”, decía nuestro amigo Galeano. Porque La Poderosa es eso. Es rabia de la que moviliza, la que repara, la que grita un cambio y  hace, participa y se involucra.

 

Si de algo estamos seguros es de que empezamos, de la mano de los Reyes Magos. Esa tarde nos permitimos soñar y empoderarnos para continuar apostando a muchas tardes de mate, sonrisas, juegos, sensaciones encontradas, alegría, murga, tangueros solidarios y junto a la familia. Pero ojito eh… ¡los pies sobre la tierra!

 

Por eso, vecinos, súbanse a esta moto: no se asusten. Como toda transformación, genera miedo y una especie de resistencia pero somos los mismos de siempre, los de todos los días. Tenemos que ser poderosos y muchos, porque si estamos todos locos, va a ser mucho más fácil: en La Pampa, la unión también hace la fuerza.

 

Relacionadas