Letras: Viviana Morel
Fotografía: Brisa Ruiz,
comunicadoras de la poderosa asamblea de la villa 21-24
Impulsado por la crisis del 2001, motorizado por docentes que se pusieron la tarea al hombro y colmado de alumnos que ahora debaten la política. Así está organizada la Escuela «Trabajadores Gráficos», una de las ocho instituciones educativas de reingreso de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy, más organizados: con un centro de estudiantes que funciona desde el año pasado y, ya hecha la primera toma de una escuela de reingreso, buscan formar un frente estudiantil villero.
Conformado por adolescentes de más de 16 años de la Villa 21, el Conventillo de La Boca y el conurbano, la realidad que demuestra la escuela es distinta al resto de los colegios de la ciudad.
El centro de estudiantes nació en 2016 y “fue un poco casualidad”, admite Franco Pérez, alumno y miembro del mismo. Todo nació de un taller de género que se dio en la escuela. Durante ese taller, se habló de las maneras de armar un centro de estudiantes. Entonces, uno de los que participaba del taller, preguntó: “¿Por qué no tenemos centro de estudiantes?”. “Ahí se armó una discusión de centro de estudiantes cuando en realidad era de género”, explica Franco. Y reconoce que desde la dirección y los profesores se alentó desde un principio este proceso: “Me acuerdo que estábamos reunidos y entraba el director a preguntarnos cómo veníamos con el centro”.
La decisión de armar un frente estudiantil comenzó a pensarse durante la toma, a la par del resto de las medidas de fuerza iniciadas en los colegios de la Ciudad de Buenos Aires en rechazo de la reforma que buscaba impulsar la ministra de Educación porteña Soledad Acuña. “Uno de los pedidos de la toma era que mejoren las viandas y la calefacción”, desarrolla Mariano Quintana, miembro del centro de estudiantes. Pero el pasar la noche en la escuela resultó un problema: “Cuando hace frío, a la noche lo sufrimos porque la calefacción no existe”, explica Franco. Damián Leal, profesor de la escuela y miembro de la plataforma Maestros Villeros, traza las diferencias con los reclamos de la CEB: “A un conflicto aislado que ellos planteaban, nosotros lo teníamos que afrontar día a día, como un embarazo adolescente, la carencia, la vulnerabilidad de un derecho de un pibe, la intervención judicial. Ya sabíamos cómo actuar”. Y agrega: “Sabemos con qué comunidad trabajamos y sabemos que uno de los primeros pilares con los que trabajamos tiene que ser la restitución de derechos”.
“Vimos una realidad en Capital Federal que en la que había que aprovechar el momento de la toma porque no íbamos a estar solos para visibilizar nuestro reclamo”, amplía Mariano. A la hora de plantear el por qué de la medida de fuerza, Damián es claro al respecto: “La escuela lucha por la no modificación de las escuelas de reingreso, para que nuestros pibes vengan con comida en la panza, para que haya calefacción acá en la escuela, para que esté pintada y que no se caiga a pedazos”. Según el docente, las escuelas de reingreso tienen un formato y una currícula más “flexible”: “Quieren que se vuelva un colegio rígido, como el resto de las instituciones”. La Escuela de Trabajadores Gráficos tiene horas destinadas a talleres financiados por el Proyecto Pedagógico Complementario (PPC), en los cuales se dan espacios de arte y debate. En el nuevo modelo propuesto por el ministerio de Acuña, el financiamiento dejaría de existir. “Estos talleres son fundamentales porque sostienen a chicos y chicas que en otras escuelas no lograron hacer su secundaria de forma tradicional”, desarrolla Damián. Y Mariano se suma: “También son horas que tranquilamente un pibe puede estar en la calle y no estar en el colegio con los talleres”. Sin mencionar que estos proyectos son puestos de trabajo para los docentes. “Es la lucha sindical y estudiantil que tiene hoy reingreso”, detalla Damián.
“La toma generó una relación de confianza con compañeros que sólo los teníamos de vista y que ahora sí podemos trabajar con ellos en conjunto, para tratar de que los años que vengan el centro de estudiantes se mantenga”, explica Franco con optimismo. La escuela, que comparte edificio con la Gráfica Patricios y Radio Gráfica, se está llenando de lucha colectiva. El ambiente y el contexto favorecen este crecimiento.