2 febrero, 2018
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«El femicida menos buscado»

 

 

*Por Karina Silguero,
hermana de Sandra, asesinada de 115 puñaladas,
por Daniel Diómedes Borlicher, hoy prófugo de la Justicia.

 

No saben cuánto la extraño, ni cuánto me cuesta traducir el vacío enorme que siento. Mi hermana, mi amiga, mi Sandra, nunca dejó de cuidarme, hasta ese 16 de marzo de 2015, cuando Daniel Diomedes Borlicher decidió clavarle 115 puñaladas con un cuchillo y un destornillador. La vida ya nunca fue igual para mí, ni para mis sobrinos, Mayra y Bruno, que cada noche la seguimos extrañando.

 

A su asesino,
desde entonces,
lo estamos buscando.

 

Mi hermana vivía atormentada todos los días, a punto tal que debió dejar el trabajo por sus amenazas, buscando un canal de fuga para ese acoso constante. De hecho, justo antes de su asesinato, habían acordado que ya no seguirían viviendo juntos, que se iría bien lejos. Hasta ese momento, en teoría, ella estaba preparando los bolsos para mudarse, pero con el tiempo pudimos entender que se trataba de un escape, no de una mudanza. Salir de la ciudad o de la provincia, para poder andar libremente, fue su última voluntad. Pero poco parece importarle a quienes gobiernan las Fuerzas de Seguridad.

 

Hoy, Daniel Borlicher es el único femicida prófugo del país y, supuestamente, «el más buscado» por la Interpol. Por eso, mientras veo cómo pasa el tiempo y todo se apaga, me pregunto por el periodismo y hago su trabajo para buscar verdades, llamando al juez o al abogado para exigir novedades. Siempre lo mismo, puro cinismo, una cagada.

 

“Por ahora, nada”.

 

Pequeñas notas y menciones en diarios repiten cada tanto los únicos chispazos que mantienen vivo el caso, pero así será el tiempo que haga falta, porque no lo dejaremos morir: esta lucha se volvió el centro de nuestras vidas, por encima de todo. Si bien soy madre, tía y sostén de mis viejos, nada deseo más en este mundo que poder dar con Daniel Borlicher, para que de una vez por todas podamos tener Justicia y un poquito de paz. Por eso vamos, por menos impunidad y por más conciencia, para que todas y todos podamos reconocer a esas relaciones patriarcales cargadas de violencia, que atentan contra la libertad de las mujeres, antes de naturalizarlas, antes de huir, antes de morir.

 

Nunca, ¡nunca bajaré los brazos! Y sé que sí, siempre contaré con ustedes, inmensas gargantas, ¡sigan así! Porque eso nos da la fuerza que necesitamos para no caer en el olvido, ni en ese calabozo del silencio que se traga la vida, mientras tantos miran para otro lado…

 

No falta un femicida,
¡falta el Estado!

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