Con una premura ‘desmesurada’, como se comentó en las intervenciones, se arrasó con espacios educativos que no sólo contaban con espacios adecuados para la enseñanza, sino que además tenía espacios verdes y huerta. La «solución» ha sido un galpón inconcluso, alejado, ubicado en una zona insegura, según el testimonio de las madres y padres. Un galpón que convive con las obras del Paseo del Bajo y un incesante paso de camiones, sin espacio de juego ni lugar para comer. A las promesas de una solución digna se las llevó el viento.
«Es la primera vez que sucede que una escuela no pueda iniciar, por no tener un edificio donde enseñar y estudiar». Las palabras de los presentes resonaban en las de los reclamos por el cierre de establecimientos educativos en el Delta de Tigre y de muchísimos otros lugares de Buenos Aires. «Hoy, además de la situación de La Banderita y la Isauro Arancibia, hay 12.000 niños, niñas y adolescentes que no empiezan las clases porque no tienen vacantes». «Estamos tristes”, reconocían los presentes, “pero estamos, es el compromiso que tenemos con la comunidad con los pibes». Recordaban: «El gobierno avisó que sería un año incomodo, pero esto es mucho más que eso, es un ataque a la dignidad de nuestra comunidad». «Ningunearon a la gente, no oyeron sus reclamos, no aceptaron propuestas, prometieron y están incumpliendo». «En las aulas modulares que dejaron en Letonia y Antártida Argentina para la Escuela Media, no hay luz corriente, sólo un generador y muchas goteras». Exigían: «Esperamos soluciones inmediatas, tienen que empezar las clases y así es imposible.» «Queremos que nuestra bandera flamee en la puerta de la escuela, en su mástil». Afirmaban: «Acá estamos dando una clase de dignidad». «Hoy reclamamos por nuestra escuela y también por la paritaria nacional docente». Y sentenciaban, de cara a lo que se viene: «Demolieron un edificio, no una escuela. No lograron demoler el espíritu de lucha, los sueños y la voluntad de defender la escuela pública. La lucha continúa».