7 abril, 2018
, Menino Deus

Uno para Lula y Lula para todas

 

 

* Por Pablo Gentili,
Secretario Ejecutivo de CLACSO.

 

 

Aquel día, como siempre, la jornada había comenzado temprano en Zavaleta. Pero la tarde sería poderosa. Más de una docena de mujeres de diversas villas de la ciudad se habían congregado en un rito inusual. Las tareas estaban distribuidas y cada una las cumplía con precisión milimétrica. Estaban nerviosas, no sabían si todo saldría como lo habían planeado. De a poco, entre risas y cantos, la primera etapa del plan concluyó con éxito. Una gran torta con la forma de una América Latina invertida salía del horno y comenzaba a ser decorada, mientras un enjambre de niños y niñas revoloteaban alrededor, confiscando los finos pedazos de masa que caían sobre la mesa. La decoración completaría el segundo desafío: una inscripción de azúcar y mazapán con la frase elegida. Tres horas después, todo estaba listo. Sobre la cobertura verde se leía: “La vuelta al mundo en 70 años”.

 

 

Por la tarde, Alejandra, Jobana, Daniela y Karina, de Zavaleta, la 1-11-14, Fátima y la Villa 31, se preparaban nerviosas para entregarle el regalo colectivo al homenajeado, un tornero que acababa de cumplir 70 años. Cuando Lula entró en la sala de la UMET, donde ellas lo esperaban, vibraron de emoción. Fundidas en ese abrazo, ellas, que no eran ellas, sino 79 asambleas, entendieron el secreto del encantamiento, de la mística, de la increíble atracción y admiración que siempre les había producido Lula: era uno más, Lula era uno igual a ellas, a cada uno de sus vecinos en cualquiera de todos sus barrios. Lula era cada uno de ellos, de ellas, al mismo tiempo tan familiar y tan especial, tan cercano y tan mágico. Y así, siendo uno más, Lula las invitaba a proyectarse hacia el futuro como un impostergable grito de justicia.

 

 

Eso es lo que desprecian de Lula, los sectores dominantes, las élites económicas, los poderes mediáticos, judiciales y militares: que se haya transformado en una oportunidad y en una esperanza de redención democrática, que siempre le fue negada a los más pobres. La Poderosa lo sabe. Y lo grita.

 

 

Hoy, no condenan y encarcelan a Lula porque haya cometido algún delito. Condenan a Lula porque ha sido quien ha derrumbado una de las principales barreras que les impedían a los pobres confiar en que, alguna vez, serían dueños y protagonistas de su propia historia. Condenan a Lula porque quieren emitir un mensaje inequívoco: en Brasil y en América Latina, no puede haber lugar para que un nuevo líder de los pobres se pase de la raya y se constituya en referente de justicia. Ni mucho menos para contaminar a otros con la convicción de saber que, sólo luchando de forma unida e incansable, es posible derrotar a los dueños del poder, para recuperar los derechos que siempre nos han robado.

 

 

Por eso, Lula tiene razón. Lula no soy yo, nos dice Lula, Lula son Ustedes. Lula es una idea, un impulso incontrolable que nos lleva a luchar por hacer de las nuestras sociedades igualitarias y democráticas. Lula es la multitud de Lulas que ocupan las calles y las plazas de cada ciudad, exigiendo igualdad y dignidad.

Quizás hoy, como aquel día que abrazaron a Lula, esas poderosas asambleas estén vibrando de emoción. Porque aquel día aprendieron que ellas también eran Lula. Y porque si Lula somos todos, nunca podrán encarcelarnos. Porque si Lula somos todas, nunca nos podrán derrotar, ni tirar para atrás. Nunca.

 

 

Nunca Más.

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