por Taurino Atencio, jubilado de Luz y Fuerza, Garganta del Cordobazo
Piedras, hondas, bombas molotov, clavos miguelito. A eso, se le sumaron sillas, mesas, que caían desde los edificios: era gente que se sumaba a la protesta. Esas armas, más bien precarias, constituyeron el arsenal con el que resistimos a la dictadura de Onganía. Era el 29 de mayo de 1969 y esa jornada de resistencia popular era el Cordobazo. Pero todavía no lo sabíamos.
Hoy, a 49 años de esa jornada, uno debe recordar que, a partir del 55 comenzó a llenarse de presión la olla que finalmente estalla, con una etapa muy particular de la organización de los trabajadores. Son tres líneas: la CGT dialoguista y participacionista con los militares, y el sindicalismo combativo que se planteaba enfrentar a los milicos y sindicalismo de liberación, surgido en el 66, después del Golpe de Estado de Onganía.
De liberación, ¿entienden? Esa corriente, desde el nombre, ya plantea una pregunta fundamental: ¿De quién tenemos que liberarnos? ¿Quién es el opresor? Tanto los estudiantes como los curas para el tercer mundo, aportaron muchísimo a esa toma de consciencia, que es un trabajo perseverante, con expresiones, consignas y unidad en la lucha. Ya no se trataba de discutir un convenio o de las relaciones con la patronal los derechos del trabajador: la lucha se trataba de liberarse de los grupos monopólicos, de las empresas multinacionales que nos roban, de los organismos de crédito multinacionales. Y obviamente, de sus aliados locales.
Y en ese momento, esos aliados eran los milicos que tumbaron la constitución, intervinieron gremios, quitaron personería jurídica, metieron presos, eliminaron el sábado inglés e implementaron una ley que consideraba que la producción en el interior del país tenía que ser más barata que la que se producía en Buenos Aires. Estas dos últimas medidas rebajaron 20% los salarios de los trabajadores. Y fueron la gota que rebalsó el vaso en un clima de descontento.
El 14 de mayo del 69, durante una asamblea en el estadio Córdoba Sport, se dio una represión policial dentro del recinto. Y esa situación hizo que los gremios del SMATA y de la Unión Obrera Metalúrgica, que estaban situados en distintas CGT de Córdoba, tomaran contacto para hacer una medida de fuerza, porque eran atacados por estas dos disposiciones del gobierno de los militares. Y así llegó el 29 de mayo, cuando se dispuso arrancar el día con un paro a partir de las 11 de la mañana. Recién en la década del 60, se nota el peso que tenía la manifestación a nivel popular: los milicos con los fierros en la mano sólo podían ponerse en guardia, porque eso era una forma nueva de lucha.
Como siempre, la represión empezó con gases lacrimógenos, y caballos. Avanzaron de una forma muy rápida y cuando mataron a nuestro compañero Máximo Mena, se desparrama esa noticia en la ciudad, sin celulares. ¡Las noticias viajaban en moto! Todo el mundo se sumaba, incluso los empleados de comercio. En un momento, a la cana se les acabaron los gases, así que retrocedieron y el centro era nuestro, era del pueblo.
¿Dónde radicaba nuestra fuerza? En la unidad de acción, que era una de las prédicas del compañero Agustín Tosco. También decía que para que la lucha continuara, necesitamos dos condiciones básicas muy importantes: la organización y la consciencia. Y hoy, hemos retrocedido una enormidad en ambas, porque fue eliminada la mayor parte de la población más esclarecida durante la dictadura del 76.
¿Qué podemos hacer? Mucho: hoy en día, existen organizaciones muy diversas, como las que defienden, por ejemplo, el medio ambiente. Mientras, el sindicato de Luz y Fuerza debe resistir la privatización de EPEC, la empresa de energía provincial, una iniciativa del gobierno provincial: tiene más capital que cualquier fábrica y por eso la quieren desguasar. Además, mientras los políticos están metidos en riñas electoralistas, los trabajadores debemos aprovechar que nos tienen descuidados, para avanzar en la lucha.
Hay que defender la figura del Gringo Tosco, porque para estas fechas, incluso los medios masivos me llaman para pedirme “anécdotas” sólo para recordar su “honestidad”. Pero eso no es todo, debemos acordarnos de su enseñanza…
¡A luchar, con consciencia y unidad!
Gracias eternas Compañeras y Compañeros.
Un abrazo de victoria, con la unidad ante todo, como miembro del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba.