3 mayo, 2018
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La sociedad de los periodistas muertos

Hoy, en el Día Mundial de la Prensa Libre, queremos honrar la memoria de los mejores cronistas que tuvo la historia villera: Kevin, Luciano, Kiki, María, Pascual, Ezequiel, Aquiles, Ismael, Luquitas, Rodrigo, Mati, Facundo y tantos hijos nuestros asesinados por las distintas violencias del Estado. Porque no, vivos no eran más que «pirañas» para sus noticieros. Y de haber sido adultos, hoy serían «jefes narcos» para la televisión. Pero una vez muertos, la cosa cambia: como ninguna piraña muere fusilada por la espalda con una 9 milímetros y ningún jefe narco suele ser acribillado a los 9 años, entonces sí los escuchan, los conocen, muertos, nos conocen. No es casualidad y, en tal caso, ¡qué casualidad! Todos los crímenes viralizados mediante gargantas poderosas, el ciento por ciento de los gritos que hicieron eco en las redes, han tenido por denominador común la inocencia inapelable de los niños: desde las torturas a nuestros compañeros Iván y Ezequiel, hasta el reviente del comedor infantil en Lanús, pasando por las balas de goma a los murgueritos de la 1-11-14 y el gatillo fácil que detona cada 23 horas, las criaturas arrancadas de nuestros barrios fueron y siguen siendo las exclusivas voceras de nuestras penas y alertas, las únicas venas abiertas que han sabido bombear este grito de corazón…

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