*por Nelson Santacruz, comunicador de la poderosa asamblea de la villa 21-24
Camisetas de UGIS y Edesur fingen que son distintos, rivales… uno le pasa la pelota al otro y la Defensoría del Pueblo ataja los goles discursivos de la barriada. ¿En la platea? Centenares de vecinos y vecinas, que nos re cagamos de frío viendo el partido. Las luces del estadio tiritan quemando todo a su paso y son fuegos artificiales los que nos iluminan.
Con las vuvuzelas telefónicas tratamos de llamar la atención a las negligencias de ambos equipos pero resulta que el referí es del PRO. ¿Qué esperarán? Que las bengalas en forma de velas quemen de nuevo 17 casas como a mitades del año pasado, tal vez. Que nos peleemos entre la hinchada por un pedazo de cable, también. O capaz que se muera otra Gilda electrocutada u otros abuelitos calcinados como aquel enero de 2017.
Nooooo, guarda que si hablás es porque sos un barrabrava que busca hacer política sucia, jamás un simple fan de la vida digna. Mejor no cantes.
Pareciera que el encuentro ya lleva tres días y que ningún diario tituló que es el juego más largo del mundo. Pero no, no inició este sábado: lleva añares desde los 70. Pero sobre todo desde que la Justicia declaró la emergencia eléctrica en la Villa 21-24 en el 2012.
Mientras tanto la gente mira todo por TV y los bolsillos del empresariado se inflan.
¿El Estado? No le funciona los focos desde hace raaaaato…
Acá estamos poniendo el pecho gastando todo el gas que no tenemos, eliminando el stock de velas de los kioscos, bebiendo el agua que no podemos subir, bañándonos en palanganas como el siglo pasado y armando varios roperos de ropa sucia.
Y hasta a las miradas las privatizaron porque en la oscuridad no podemos ver nuestras tristezas, sólo dormir y soñar con que sí miramos. El ajuste sí aprieta donde vivimos porque las tres veces por semana del merendero se están quedando sin agua en el tanque para el mate cocido. No importa, veten todo… son sólo 40 chicos.
Que siga el juego. ¡Guarda! Este superclásico no es nada… se viene, se viene el Mundial pero no llega solo: arrastra consigo el invierno más frío.