Allá vamos, sí, porque ya no callamos y porque no se trata del «hostigamiento a un carismático reportero», sino del sometimiento sistemático a todo el pueblo villero, que hoy salió a desfilar en asambleas frente a esos grupos de tareas que cada día nos apuntan con el dedo, ¡porque piensan que todavía dirigen el miedo! Pues si fuera «la detención de un comunicador», el problema sería mucho menor, pero no están hostigando a una organización, están exterminando a una generación que no goza de sus derechos esenciales, porque no tiene canales de acceso a la noticia, ni mucho menos a la Justicia. Por eso, sobre todo por eso, necesitábamos esta presencia de toda la dirigencia gremial, política y social surcando cada tira de la villa, a contramano de la mentira y la prensa amarilla que naturaliza una paliza, otra emboscada, una causa armada como trofeo del poder y otro manoseo de la Prefectura a una mujer. ¿O por qué propagan torturadores demenciales? Porque no pagan costo sus autores intelectuales y porque logran cumplir su objetivo, cuando hay que negociar el silencio para poder seguir vivo, ¿entienden? Decenas de familias que lloran sus penas en soledad hoy marcharon escoltadas por la solidaridad y pudieron atravesar esos uniformes grises, agitando en sus propias narices, porque sí, los verdugos que no salen en el diario siguen «cuidando» nuestras casas en el barrio. ¡Y entonces valga como advertencia! Somos toda esta marea esperando esa sentencia, una querella en asamblea que vuelve a gritar desde la Villa 21, ¡que ni se les ocurra tocar a ninguno! Porque toda esta caravana crecerá cada semana y porque hoy salimos a marchar desde abajo, hasta que puedan escucharnos…
¡Pan!
¡Trabajo!
¡Y que dejen de torturarnos!