Los chispazos que brotaban diariamente de los postes de luz en el barrio Fátima de Villa Soldati, este lunes por la tarde finalmente se convirtieron en llamas sobre su mayor generador, que alimenta a las manzanas 5 y 6 . El fuego estalló, dejando sin luz a casi la totalidad de Fátima y a la mitad del vecindario lindante Ramón Carrillo.
Mientras el humo se propagaba entre los pasillos -muchos de menos de 2 metros de ancho- vecinos y vecinas se apresuraban a cerrar las ventanas para no ahogarse en el aire contaminado. Desde cinco teléfonos se llamó a los bomberos, que tardaron 45 minutos en llegar al lugar, y lo hicieron sin matafuegos. En un intento de extinguir el incendio, arrojaron agua con poca presión sobre el humo y el generador eléctrico lo cual, lejos de frenar las llamas, provocó que aumentaran.
Los cortes de luz en Fátima no son novedad; este invierno en las casas que están entre las calles Riestra y Ordóñez, desde Laguna hasta Martínez Castro, no se tomaron descansos mayores al día y medio. “Cuando no son a la noche, la electricidad se va a la mañana siguiente, sin falta”, dice Jazmín, vecina de la manzana 5.
Los postes caídos recogen cables pelados, que se queman y vuelven a quemar, porque nadie los va a cambiar. Son los mismos vecinos los que los arreglan. Ramona, otra vecina de la manzana 5, es madre de uno de los trabajadores que interviene cuando los cables se cortan diariamente. “Él solo puede realizar un trabajo a medias, volviendo a unir los pedazos que se cortan” y reclama, al igual que todos los vecinos, que “el arreglo real tiene que ser en el generador, pero para hacer eso, tienen que venir con equipos profesionales; es muy riesgoso”.
El generador, que ahora es solo una pila de fusibles fundidos, fue instalado en el año 2014 a pocos metros de la canchita de la manzana 5, inundada de chicos a cualquier hora del día. Al poco tiempo de colocada, la instalación comenzó a mostrar sus fallas. “Nunca anduvo bien, la luz saltaba todo el tiempo. Me cansé de reclamar que lo vinieran a arreglar”, dice Emma, quien vive junto a sus hijos y nietos a menos de 50 metros de donde sucedió el incendio. Entre sus denuncias realizadas a Edesur y al Gobierno de la ciudad, Emma remarcó que temía por los chicos que “tienen al alcance de las manos los interruptores expuestos, sin rejas ni tapa.”
En 2015 un cortocircuito generó aquello que Emma se esperaba: la instalación se prendió fuego. Muy lejos de rendirse frente a la falta de respuesta de los bomberos, un vecino se acercó con su matafuegos para apagar las llamas. Ninguna novedad, el Estado otra vez tarde, y con total impunidad.
Luego del incendio, los vecinos afectados realizaron reclamos a la Unidad de Gestión e Intervención Social (UGIS), que se excusó diciendo que “eso le corresponde a Edesur”, para luego escuchar de Edesur que tenían «que llamar a la UGIS”.
Hasta el día hoy, luego del segundo incendio, el generador jamás recibió mantenimiento. Nadie vio qué pasó con la parte de adentro luego de que se quemara: simplemente cambiaron algunos cables y pintaron la fachada. La noche del lunes 2 de julio, el barrio la pasó a oscuras y sin calefacción, con el frío del invierno que encrudece ante la desidia de servicios en los barrios, pero la comunidad de Fátima no va a quedarse callada, ¡hasta que Edesur y el Estado se hagan cargo!