«Marielle representa una lucha mucho más grande que ella… una lucha que no va a parar».
A cuatro meses de esos disparos a la cabeza, en medio de su pobreza, dirigidos a su lesbianismo y motivados por su socialismo, los globos soplaron muchas mentiras indiscretas y los clarines interpretaron sus habituales operetas. Y, quizá, entre tanta falacia, la más canalla haya sido inventar que ella falleció. ¡Marielle no se calla, porque no se murió! No cierra su garganta ni se quebranta, pues su último artículo de opinión sigue arrojando claves para una investigación, por denunciar la violencia policial y por su carácter premonitorio: “Las muertes tienen color, clase social y territorio”. Con esa claridad, en un discurso que sólo pudo vomitar en papel, Marielle nos insta a protestar contra la derecha femicida: “¡Hablar de igualdad de género es defender la vida!”. Toda esa fuerza aparece en su exposición final de la Asamblea Legislativa de Río, que hoy motiva un escalofrío al transmitir la urgencia de gritar bien alto: “Las rosas de la resistencia nacen en el asfalto”.
El potente eco de su alarido favelado desnuda la brutalidad estatal que buscó exterminar su legado, y sumir su lucha en el olvido. Pero así, con la garra del pueblo unido y la memoria de su hermana Anielle, la recordamos en cada foto hasta el más mínimo detalle: la última palabra de Marielle, la tiene la calle.
«Todavía nos resulta increíble que la hayan asesinado. No podemos procesar que no esté desde hace 4 meses. Pero aun así, su presencia sigue siendo muy fuerte».
«La mejor forma de homenajearla es continuar la línea de esta revolución que llevó adelante. Era una mujer negra, de la favela, que defendía su raza».
«A toda la familia nos parece hermoso ver cómo los jóvenes se nos acercan, nos hablan y preguntan por ella y su pelea de todos los días».
«Era muy activa, iba de acá para allá, casi imposible de pararla. O ibas a la batalla con ella, o te quedabas esperándola».
«Tantas personas intentaron correrla del camino… pero ella siempre mantuvo la frente en alto por las causas que eran su vida».
«Marielle repetía todo el tiempo: ‘Sé de qué lado estoy, por qué tengo que luchar, a quién debo defender. Siempre del lado de los favelados'».