Las torturas perpetradas por la Prefectura Naval Argentina sobre nuestros compañeros Iván y Ezequiel en 2016 marcaron nuestra militancia con el más doloroso de los silencios del Estado. Secuestrados a pocas cuadras de sus casas, fueron llevados al fondo de la Villa 21-24, al costado del Riachuelo, detrás de una fábrica, en medio de la oscuridad para sufrir en carne propia la represión estatal.
Desde entonces fueron bandera poderosa por los Derechos Humanos, levantada desde los barrios hasta la Organización de las Naciones Unidas. Y no fue fácil, claro que no. Entre amenazas y vejaciones diarias ambas familias siguieron viviendo en el mismo lugar, custodiados por las miradas intimidantes de los oficiales. Mientras una garita de Prefectura aguarda frente a la casa de nuestros compañeros, el Estado Nacional se lava las manos, descuidando y exponiendo una vez más, a los vecinos y las vecinas del barrio, haciendo oídos sordos a los pedidos de relocalización de los abogados de la querella.
Nuestros compañeros, con su entereza y valentía, nos enseñaron a ser fuertes, desde el minuto uno en que se animaron a denunciar para que esto no le pase Nunca Más a ningún pibe del país. Es histórico, no tiene precedentes. Llevamos al banquillo a los 6 represores y el viernes pasado continuaron los alegatos de la querella y la fiscalía por esta causa.
Entre llantos exagerados y pedidos de disculpas, el viernes 3 de agosto, los prefectos declararon. Reconocieron haber detenido ilegalmente a Iván y a Ezequiel. Reconocieron haberlos llevado al Riachuelo para, según ellos, no tener problemas con otros vecinos al momento de liberarlos. Reconocieron haberles aplicado «correctivos».
¿Correctivos? Sí, correctivos dijeron para referirse a las torturas cometidas sobre los cuerpos de nuestros compañeros, como los simulacros de fusilamiento, los machetazos en la espalda y las múltiples golpizas. Torturas que les costaron su salud, no sólo física, si no también psicológica. Torturas iguales a las practicadas durante la última y feroz dictadura cívico militar. Torturas inimaginables pero que son parte del accionar criminal que, muchas veces, estas fuerzas de inseguridad manejan sobre nuestros pibes.
Haciendo caso omiso al teatro montado por los prefectos durante su declaración, las abogadas de la querella de parte de Ezequiel Villanueva Moya, Florencia Sotelo y Agustina Lloret, repasaron uno por uno los momentos de aquella noche. Destacando el horror de los actos criminales cometidos por los agentes y asentando el claro agravante de la minoria de edad de Ezequiel.
Desde la querella de Iván Navarro, con la voz de los abogados Nahuel Bergier y Gabriela Carpineti, evidenciaron la responsabilidad política del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich y el cinismo de Pablo Noceti frente al TOC N°9.
Se pidieron las penas pertinentes desde la querella. Para Orlando Benítez, Osvaldo Ertel, Leandro Antúnez, Ramón Falcón, Eduardo Sandoval y Yamil Marsili de 12 a 15 años por privacion ilegal de la libertad, torturas y robo a mano armada, con la inhabilitación absoluta y perpetua para ejercer cargos públicos.
Por otra parte, la Fiscalía repasó con pruebas fotográficas, documentales y audiovisuales que los oficiales actuaron con una estrategia macabra y articulada de forma grupal, una especie de patota organizada para impartir el miedo en el barrio. Se acusó al grupo de torturas, privación de la libertad y robo agravado por el uso de armas de fuego reglamentarias. Por lo tanto pidieron penas aún mayores para los responsables, de 16 a 18 años.
Además, la fiscalía exigió investigar a efectivos de la Prefectura Naval que no fueron juzgados a la Policía Federal que se encontraban en el momento de la detención a Iván y Ezequiel, previo al terror vivido en el Riachuelo.
La lucha sigue, hasta la reparación. La lucha sigue, el 24 de agosto a las 9 horas en Tribunales. La lucha sigue, por Iván y por Ezequiel. La lucha sigue, por cada pibe, por cada piba. La lucha sigue, hasta el Control Popular a las Fuerzas de Seguridad. La lucha sigue compañero, la lucha sigue compañera. Nunca Más.