*Por Ana Lucas, Maestra de Pichón Escobar
Pichón tenía 23 años y estaba haciendo séptimo grado en una escuela Nocturna N°30 en la ciudad de Rosario. Trabajaba en Parques y Paseos de la Municipalidad y estaba muy interesado en terminar la primaria. El jueves 13 de agosto de 2015 fue el último día que lo vimos en el salón.
Al día siguiente faltó y nos llamó la atención: cuando se ausentaba a clase era por alguna changa y siempre nos contaba. Era sábado 15 de agosto a la mañana y me avisaron que no había vuelto a la casa. Enseguida me tomé un remís para su barrio, donde me encontré con sus amigos de la infancia. A pesar de la preocupación de todos, confiábamos en que iba a aparecer. Como el lunes siguiente era feriado las compañeras me tranquilizaban diciendo: “Vas a ver que el martes va a aparecer”.
La semana transcurrió con movidas hasta que el viernes nos avisaron que se había hallado un cuerpo en el río: luego de hacerle la autopsia se supo que era el de él. Aunque el informe quiso hacerlo pasar como un suicidio, el cuerpo tenía lesiones en tabique, bazo y testículos.
A partir de ahí comenzó mi lucha, fue un antes y un después. Los primeros días, en el aula se vivió un clima de desolación y angustia. Más allá de lo profesional, la desesperación por no saber cómo retomar, con su recuerdo latente, me interpeló desde lo personal. Despertó en mí muchas cosas: me hizo saber que docente que lucha también está enseñando.
Mis tizas hoy relatan que desde el Estado también hay represión: sobre Santiago no se contó lo mismo en la tele que en mi salón. Sabemos que en cuanto a nuestras conquistas hay un retroceso, y que los 30000 desaparecidos forman parte de un pasado reciente. Pero hablar de esto en el salón nunca es en vano: estamos hablando de una violación a los Derechos Humanos.
Siempre intentamos recuperar la trayectoria y revalorizar las historias de estudiantes adultos para levantar su autoestima. Tomamos la imagen de Pichón como un ejemplo de lucha y logramos que se declare “Día del estudiante adulto” el 24 de septiembre, la fecha de su cumpleaños.
Pero hay algo que no se pudo llevar el río: los sueños de Pichón hoy siguen más que vivos.
Hoy la seguimos peleando en conjunto, tengo hasta un vínculo de amistad con la familia de Pichón. La causa ya pasó por siete jueces y ocho fiscales. Los cinco detenidos fueron liberados, todavía no hay responsables de la muerte de Pichón. Además, existen medidas que todavía no se han realizado: no se han completado los exámenes médicos sobre el cuerpo y la causa de muerte sigue siendo indeterminada.
En mi salón un banco de repente se vació. A un alumno le arrebataron la vida impunemente, las ganas de seguir peleándola. Desde ese día hay algo que tengo bien claro cuando me encuentro frente a un pizarrón: y es que quiero que se haga Justicia por Pichón.