Letras: Erika Zaccaro
El pasado domingo 2 de septiembre, después de tantos días fríos, en Yapeyú salió el sol. También salieron todas las sonrisas de los pibes y de las vecinas que se juntaron en nuestra placita del Bajo para festejar el Día de la Niñez.
Risas por aquí risas por allá y todo fue perfecto. Poder disfrutar todos juntos esa tarde con una merienda, con muchos juegos; fueron momentos inolvidables porque son esos niños y niñas los que los hacen únicos con su inocencia, su energía y su picardía. Saltando en un castillo, corriendo detrás de una pelota, verlos libres y felices como tiene que ser; con sus caritas pintadas, algunos posaban, otros se tapan y por allá andaba el que se escapaba.
Desde el escenario se escuchó “¡SORPRESITAS PARA TODOS!” Y fue ahí cuando salieron corriendo de a montones a hacer fila para poder recibir regalos y golosinas.
Cuando los cuerpos empezaron a enfriarse se abrió la ronda para que entraran “Los Inquietos Poderosos”; nuestra flameante murga donde los pibes y pibas del Yape no paran de crecer. Se oían esos bombos, palmas, gritos y sobre todo se sentían cada salto hacia la libertad que daban esos pequeños poderositos.
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No podíamos olvidarnos que ese festejo también vino acompañado de un aniversario muy especial, el de la inauguración de nuestra “Choza Poderosa”. Se cumplieron dos años de aquel día en el que la dábamos apertura a nuestro espacio cultural en el cual compartimos charlas, juegos, luchas, meriendas, cenas, talleres de educación popular y mucho más. Ese rinconcito gigante en nuestro barrio donde acudimos cuando estamos tristes, cuando estamos felices, ese lugarcito donde somos libres de sentir y pensar porque nadie nos juzga y realmente construimos codo a codo entre todos. En medio de tanto festejo llego el momento de cantar el cumpleaños a nuestra Choza, un instante eterno lleno de abrazos, carcajadas, y muchos llantos llenos de alegría y emoción. Una torta gigante, llena de colores y sabores llego para poder compartirla con todas las vecinas, más de 400 personas presentes que iban desde el más chico al más grande, desde todas las abuelas, hasta todas las tías, festejando un año más de esta hermosa construcción popular.
¡La niñez como estandarte, reivindicando la cultura del Yape!