Arrancamos el mes a pleno festejo de la niñez. El sábado 8 de septiembre se materializó el trabajo autogestivo de vecinas y vecinos en la sonrisa de los niños, en la alegría de las niñas, y surfeando magistralmente la crisis del día a día.
Desde tempranas horas de la mañana comenzó la primera caravana de decoración, un grupo de vecinos y vecinas en la plaza del barrio misionero Santa Rita preparaba el terreno para la celebración. Otras vecinas, entre mates que iban y charlas que volvían, horneaban medialunas y pan cuca para el día. Además de la presencia de los bollos deliciosos que doña Mónica acercó, y el pan dulce que otra vecina sumó. ¡No faltó la torta de coronación! Entre sorteos, juegos y premiación, cada cual algo recibió. Las payasas del evento fueron las vecinas, luciendo los trajes más coloridos, auspiciadas por la cooperativa de textil, así como las elegantes sillitas de maderas donadas para sortear, por la cooperativa de mujeres de carpintería. ¡Sí, nuestras cooperativas!
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Con la musicalización y animación de los propios vecinos en cuestión, la fiesta transcurrió entre juegos, baile y sorteos de premios todo el tiempo. Entre una hermosa biblioteca popular al pasto y al paso. La popular chocolatada llegó y la torta coincidió con el cumpleaños de Ángeles, nuestra pequeña vecina presente desde la primer asamblea y que acompaña todas las actividades, cantamos un feliz cumpleaños a lo grande.
Recordamos a Ismael, a Kevin, a Luciano y tantos más, que nacieron en barrios como el nuestro y se fueron antes, víctimas de aquella bestia ciega de violencia que ataca la pobreza. Los vemos en cada sonrisa y en la mirada inocente de los más pequeños y pequeñas, con tanto futuro de lucha por delante.
Reafirmamos el trabajo autogestivo, respiramos del ajuste y recargamos el espíritu con el grito que nunca podrán callar, el grito de nuestra garganta popular.