21 septiembre, 2018
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Por Flavia y todas las que no están: las mujeres exigimos emergencia nacional

 
 
Flavia Abigail Fernández fue asesinada el miércoles 5 de septiembre en la habitación de su casa en el barrio Tomás Masón Norte, ciudad de Santa Rosa. Su mamá encontró el cuerpo tendido en el piso: tenía cinco puñaladas en el cuello, una de ellas certera y mortal. La policía quiso hacer pasar el femicidio por suicidio; un cuchillo al lado del cuerpo e interpretaciones forenses que fogonearon esa teoría que se repite y se legitima cuando se trata de nuestras muertes cotidianas. Sin embargo, conocidos los resultados de la autopsia, el femicidio es una realidad. 
 
 
Otra patada, 
tan real como que nos mataron otra hermana. 
 
 
La Fiscalía de Género acusó a su ex novio por el delito de homicidio doblemente calificado y por un contexto de violencia de género. El acusado, Facundo Pérez, fue a la escuela horas después del femicidio, rindió un examen y pasó la tarde con sus compañeros del barrio. Flavia, de 22 años, nunca lo había denunciado, pero sus amigas y familiares sabían que sufría violencia física, que los celos y el control constante eran moneda corriente. De eso también hablan todas las sobrevivientes. 
 
 
 
 
El domingo 9 de septiembre, dos días después de la acusación, Facundo fue asesinado en una celda de castigo de la Unidad Regional nº1 de Santa Rosa. Quienes compartían el “buzón” con el joven hoy están acusados por el delito de homicidio calificado por premeditación y alevosía. En los últimos 16 años, La Pampa cargó con 18 muertes en contexto carcelario sin responsables de las fuerzas policiales o de los poderes políticos.
 
 
 
 
Este miércoles se conocieron los resultados del material genético encontrado en los restos que guardaba el cuerpo de Flavia. La Fiscalía junto a su mamá, Ivana Oviedo, confirmó que Facundo Pérez es el femicida. “Tengo sensaciones encontradas. Siento que la muerte de mi hija quedó impune. Él debió estar vivo para cumplir su condena”, declaró Ivana.  No dudó en afirmar: “Siempre supimos que él había sido el autor y aunque nunca presencié violencia física, la violencia psicológica era constante. No pensamos que pudiera llegar a tanto”.
 
 
Cada 30 horas en nuestro país es asesinada una mujer, una adolescente o una niña. Diversas organizaciones feministas llevan un registro propio que se compone también por aquellos casos en los que el prejuicio patriarcal y de clase impidió el acceso a la justicia de muchas compañeras asesinadas. 
 
 
Para ellos son la nada, 
para nosotras, vidas arrancadas.  
 
 
A los gobiernos provincial y nacional les reclamamos políticas públicas preventivas enfatizadas en la construcción de vínculos igualitarios, respetuosos de las y los otros, de las disidencias y de las diversidades. Insistimos con que las mujeres no somos objetos a poseer, cosas a descartar ni productos para consumir.
 
 
 
 
Su hermana, Magalí Fernández, pide a gritos que no olvidemos a Flavia. Que no olvidemos que murió desangrada y que ese baño de sangre que envolvía el cuerpo cuando la encontraron había empezado a correr mucho antes de ese 5 de septiembre. “No se olviden de Flavia, no se olviden que era nieta, hija, hermana, tía, amiga. No se olviden”, insiste. 
 
 
No la olvidaremos, estará en cada grito de libertad que soltemos para conseguir un presente en el que nuestras vidas tengan futuro.

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