4 septiembre, 2018
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Un año te estuvimos buscando: vamos a seguir luchando

 
 
A Rosalía Jara se la vio por última vez hace más de un año en una garita de Fortín Olmos, localidad de Santa Fe. Desde entonces la buscamos y esperamos. 
 
 
El pasado domingo 26 de agosto, dos cazadores hallaron un cuerpo cerca de la Ruta 98, lugar que nunca se rastrilló porque el Estado no habilitó la geolocalización que el pedido de aparición con vida exigía.
 
 
Después de un año de rastrillaje, esta aparición pareciera un montaje.
 
 
La familia hizo el reconocimiento del cuerpo, identificaron el buzo con sus llaves adentro, la remera, el corpiño y una de sus zapatillas. Aunque los resultados de la prueba de ADN puedan tardar de tres a seis meses, la familia sabe que es Rosalía y el estado de sus restos delata que fue asesinada hace tiempo. Debajo del cuerpo había carbón; no pudieron quemarlo. Y así lo hubieran logrado, seguiríamos gritando.
 
 
Que se sepa que los principales responsables son la desidia estatal y la complicidad judicial, porque al cuerpo lo encontró la comunidad.
 
 
A Rosalía le decían “La Chivi” porque era chiva, de saltar, de joder; era una “loca buena”. Hoy su fuerza está más latente que nunca en cada integrante de su familia, y sobre todo en su hija Alma de 3 años, por la que se desvivía. El amor que florece de Alma es el que sostiene la lucha de su tía y de su abuela, quienes aseguran que no van a parar de dar pelea. 
 
 
Juan Valdéz, ex profesor de Rosalía y quien resultó ser el padre de Alma, es el único detenido. El próximo 3 de septiembre habrá una audiencia a raíz de que él exigiera la revisión de la causa, pero las pruebas que lo implican son contundentes. El día que se la vio a Rosalía por última vez tenía 14 llamadas perdidas de Valdéz en su teléfono y se han detectado rastros de la víctima en el auto del implicado. Lejos de confesar lo sucedido aquella noche, Valdéz se ha dedicado a entorpecer la causa aportando testigos falsos.
 
 
El sábado primero de septiembre una marcha salió de Plaza San Martín hasta la Comisaría Tercera. La misma fue encabezada por la familia que a pesar del dolor de no haberla encontrado con vida como esperaba, ya no la consume el desasosiego de pensar que Rosalía podía estar sufriendo, pasando hambre o frío.
Con la fuerza del pedido de “Justicia por Rosalía” como bandera, entre tanto impedimento por parte de la justicia patriarcal, sólo hay tiempo de tomar las calles y salir a luchar.
 

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