Por Ana Escobar,
vecina de la asamblea de Fátima, Villa Soldati.
La situación de los merenderos y comedores empeora cada día, aumenta más la cantidad de niños y ahora no son sólo ellos, sino también sus padres quienes necesitan comida, ya que tan mal está el contexto económico actual, que quienes fueron echados de sus trabajos, perdieron su ingreso para poder sustentar a sus familias. A su vez, la mercadería que destina el Estado a los mismos es insuficiente, y lo que llega a cada espacio de las distintas villas ya no alcanza para cubrir la demanda existente.
El martes 20 de noviembre llevamos las ollas de todos los merenderos de las asambleas de La Poderosa en Capital Federal a la Plaza Constitución, para visibilizar nuestra lucha, exigimos jubilación, obra social y salarios para estas trabajadoras de la Economía Popular. Mabel Mamani, del comedor Copacabana de Villa 20, en Lugano, durante el merendazo dijo que manifestarse era importante “así el gobierno ve cuánta necesidad tienen los chicos”.
Las vecinas que mantienen los comedores y merenderos están haciendo todo lo posible para que la mercadería alcance, pero aún así no lo logran, a veces ellas mismas ponen plata de su bolsillo y así poder llegar a comprar lo que a los merenderos y comedores les falta para poder dar una comida digna y nutritiva. Pero estas mujeres, que sacan la fuerza que necesitan en su su día a día de ver a cada familia con un plato en la mano, viendo que tienen al menos algo para comer en ese momento que crujen las tripas, no construyen estos espacios para que sean meros expendios de comida. Los sostienen porque también son espacios de contención, donde acuden nutricionistas para realizar controles a los pibes y pibas que de allí se alimentan, se hace un seguimiento educativo, asesoramiento con programas estatales en caso que lo necesiten, inscripciones online a nivel inicial, primario, secundario y terciario de estudios, así como a becas alimentarias.
Los que se hacen llamar progresistas no se ensucian las zapatillas de charol caminando las villas, ni mucho menos ven la necesidad que hay en ellas. Como dijo Flor, una de las referentes del comedor Miski Mate Kamby de Rodrigo Bueno: “El gobierno siempre esquiva todo lo que tiene que ser para nosotros los de los barrios y las villas, siempre nos esquivan, y si no lo confrontamos y no la luchamos directamente nos vienen con todo, nos barre con todo y nos lleva por encima».
Salimos a luchar y a reclamar lo que nos pertenece, a defender nuestros derechos y los de cada familia, para que el Estado se haga cargo de lo que tiene que hacerse cargo: asegurar la alimentación de calidad para los pibes y pibas de los barrios.
Porque cuando más voces se unen, más fuerte se oyen.