Por Brisa Ruiz,
comunicadora de la villa 21-24
Las vecinas de la Villa 20, en Lugano, se juntan todos los viernes para tener su espacio de género. A partir de distintas charlas, surgió entre ellas el interés por leer y escribir, pero hay un problema: no ven. Son muchas las vecinas que necesitan anteojos y por distintos motivos no los pueden comprar.
Ellas exigen a la Secretaría de Salud los anteojos y saben que es un derecho tener acceso a ellos, como lo es tener derecho a la visión, pero que el Estado hoy no cubre.
Una vez más se nota la ausencia del Estado en los barrios y el abandono hacia la gente mayor.
Gladys Ramona Núñez (53 años), Emilce Noemí Martínez (51), Rosa Serazzolo (69) y Claudia Nancy Orellana (45), nos contaron con detalle cómo las afecta esta problemática.
-¿Cómo surgió que necesitaban anteojos?
A nosotras nos gusta leer, siempre nos gustó, pero al no tener anteojos se nos dificulta hacerlo. Sólo lo hacemos cuando venimos al espacio de géneros que agarramos los anteojos que nos traen las psicólogas. Pero sólo nos los podemos poner un rato porque no son los que necesitamos y eso hace que nos moleste la vista o incluso la empeora.
Cuando tenemos algo de plata pensamos en comprarlos, pero por ahí en nuestras casas no hay azúcar, shampoo, o faltan muchas otras cosas que terminamos priorizando.
-¿Qué piensan de que el Estado no esté presente en este caso?
Nos da bronca porque a ellos no les cuesta nada. En cambio, nosotras tenemos que autogestionarnos para tenerlos y eso lleva tiempo que a veces no tenemos.
Antes en la escuela se los hacían a los más chicos, ahora ya no, pero de nosotras las adultas siempre se olvidaron.
No podemos ver para leer y eso nos da más bronca porque es algo que nos encanta.
-¿Por qué les gusta leer?
Porque aprendes más cosas, porque a veces pensamos que sabemos todo porque somos grandes y no, no sabemos muchas cosas. Y, además, está bueno porque reflexionás un montón de cuestiones y a veces hasta te sentís identificada con los libros. Nunca es tarde para seguir aprendiendo.
Esta problemática no sólo refleja el abandono del Estado en cuestiones de salud, sino también una política que margina a los barrios pobres de la sociedad. Estamos en una época en que todo está por escrito y no poder ver inevitablemente te deja afuera de muchas cosas.
Compartimos un poema de Emilce Noemí Martínez escrito para el taller de géneros:
«El pasado y el presente»
El pasado me persigue, me trauma, me duele.
Pienso si quiero,
o no quiero,
o simplemente no puedo.
Por mis venas corre sangre
a veces desearía que así no sea.
Pero mi cuerpo me avisa que aún sigo viva.
Quiero ser o no ser
Estar o no estar.
El día a día aparece
sin que lo llame.
Y aquí estoy desesperada, indecisa, confundida.
Sin fuerza, con fuerza.
Pero finalmente viva.