21 diciembre, 2018
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«Empoderadas desde el feminismo villero»

*Por Susana Zaccaro, referente del Frente de Géneros de la asamblea de barrio Yapeyú.
 
 
Me pregunto, ¿qué o quién les da el derecho de sentirse jueces, de cuestionar, dudar y humillar a una mujer o a cientos de mujeres que hoy pueden contar y denunciar los abusos a los que hemos sido sometidas alguna vez? ¿Hasta cuándo las personas van a seguir restándole importancia a lo que pasa sólo porque no les tocó pasarlo? ¿Sucederá así hasta que a alguien de su entorno, de su círculo de amistades o de su familia le pase o pueda contar que también lo vivió? ¿Pretenderán que la persona que sufre un abuso lo publique a los cinco minutos en las redes o salga corriendo inmediatamente para contárselo a todos? 
 
 
El machismo, la violencia y la injusticia siempre estuvieron instalados en la sociedad, disfrazados y listos para atacarnos en el lugar que quizás menos te imaginás. Esto no es de ahora y lo sabemos, sólo que hay muchas personas que prefieren o eligen mirar para otro lado y optar por lo más fácil: dudar y juzgar. 
 
 
¿Qué pasaría si un día cualquiera alguien cercano, un familiar, les cuenta que también fue víctima de un abuso? ¿Le creerían o no? ¿Cuestionarían el tiempo que tardó en contarlo? ¿Dudarían de su palabra dependiendo de su profesión? 
 
 
No es fácil creer y aceptar un abuso porque en muchos casos el abusador es alguien cercano, alguien que debería cuidarte y respetarte, lo que hace que sea mucho más difícil poder contarlo, porque vivimos en una sociedad donde la víctima se convierte en victimario y nos hacen creer que es así, que eso está bien. Pero es hora de cambiar. Es tiempo de escucharnos, respetarnos y acompañarnos. Sólo quienes sufrimos un abuso sabemos qué se siente, el dolor en el cuerpo y en el alma.
 
 
El insomnio por las noches, el miedo a la oscuridad. El olor en la piel y el asco que nos provoca. El miedo de hablar porque si lo haces te dicen que vas a perder a la persona que más amas y no sabes si seguir amándola u odiarla porque callas por ella.
 
La inmensa tristeza de sentirte sola y preguntarte ¿por qué a mí? La culpa que te hacen sentir y que no te deja vivir. Las ganas de morir. Se siente todo eso y más… Mucho más. Y todo eso nunca se va, toda esa carga que llevamos sigue ahí porque nadie puede olvidar. Podemos ocultarlo, hacerlo un bollito y mantenerlo en un rincón, y de a poco continuar con nuestras vidas. Y nos rehacemos, juntamos nuestros pedazos y nos armamos una y otra vez si es necesario, pero no, no podemos olvidar.
 
Es urgente que podamos empezar a cambiar, que podamos escuchar a quienes pueden hablar sin juzgar ni hacer tantas preguntas, con sororidad, con empatía, con respeto porque esto puede estarle pasando a cualquier persona. Porque sabemos que está ahí instalado, porque no hay hora, porque no importa la edad, ni la profesión, ni la clase social. Dejemos de pensar que si es de un barrio pobre o de una villa lo merece y se tiene que aguantar y callar. Si es una actriz o una modelo dicen que “lo inventa para buscar fama”.
 
¿Quién querría buscar fama de esa manera? Abramos los ojos, la mente y no callemos nunca más. Las mujeres de barrios empobrecidos, de las villas, también tenemos derechos como todxs, nuestras vidas valen igual que la de cualquier persona. Somos pobres, negras, villeras y somos parte del feminismo, empoderadas desde el feminismo villero, que nos une, nos abraza y nos mantiene unidas para enfrentar lo que sea.
 
Porque sabemos que en la unión está la fuerza que necesitamos para luchar todas juntas.
 
¡SE VA A CAER, JUNTAS LO VAMOS A TIRAR!

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