En el barrio Almafuerte de la ciudad de Santa Rosa, La Pampa, al ritmo de una murga amiguera, festejamos el fin del año que pasó y el cierre de los talleres de comunicación multimedial y artes visuales. Compartimos una torta, regalos y payasos. Y, más vale, sobraron los abrazos.
Desde el mes de julio, pibitas y pibitos, de entre 6 y 12 años, copamos la placita del barrio, donde realizamos todas nuestras actividades, ya que no tenemos un espacio físico propio. Juntas y juntos aprendimos a conversar con el Viento Pampa y a saludar al sol del atardecer mientras limpiábamos los pinceles y recortabámos figurines. Trabajamos sobre nuestros derechos, deseos y sueños para este nuevo año.
Por eso, en este camino de andar construyendo una identidad propia, voces disidentes y curiosas, quisimos terminar bailando y cantando. Disfrutando del lenguaje que dibujan los cuerpos felices y las gargantas poderosas. La voz del Almafuerte está sonando ruidosa.