* Por Victoria Rodríguez, su vecina y compañera de toda la vida, referenta del comedor “Gustavo Cortiñas”.

¿Qué decir de mi amiga? ¿Qué contarles de ella, que era mi familia? ¿Qué recuerdo les puedo transmitir de mi compañera de lucha? Esta ausencia me mata por dentro, me destroza saber que ya no va a venir a casa como hacía todos los días, que no voy a recibir su mensaje cada mañana y que me falta el plato de comida que ella me compartía diariamente, sus tortas riquísimas, su pan casero…

¿Quién me va a reprochar y discutir?

¿Con quién me voy a reír?

Se me fue, y pensé que iba a volver.

Mis hijos ahora están destrozados. Todos los años les hacía sus tortas tan ricas y hermosamente decoradas… Martín la abrazaba todas las mañanas, Agustín la defendía a muerte siempre, no permitía que nadie hable mal de ella. Es una pérdida tan grande. Y encima, después de luchar y esperar tantos años por una vivienda digna, se fue sin poder disfrutar de un techo justo para su familia. Ya tenía planeado todo, hasta se había comprado algunas cosas con lo que había ahorrado para la mudanza, pero no pudo llegar.

Anoche te soñé a vos, Ramona, abrazabas a Guada y a Maia, tus hijas.

Las vamos a cuidar mucho.